Dice Mikel Erentxun en la peli autobiográfica que estrenaron el otro día en el Zinemaldia de San Sebastian, que cuando está con Dakota, su hija, todo va bien. Dice eso y muchas más cosas, tantas como puedan entrar en las 60 vidas que componen la suya, como también dice él.
Muchísimas cosas en una peli que lleva el mejor título de la historia “El hombre bala”, como así nos definimos Mikel y yo, aunque él no lo sepa, o sí, porque se lo llegué a decir después de un concierto, hace ya algunos unos años.
Fui con el simple propósito de acompañarle en un día que seguro le hacía mucha ilusión, como si fuera un cadete en su primera carrera, fui para hacer piña, para arroparle y llenar una sala en un cine a escasos metros del paseo nuevo de Donosti.
Y fui solo, porque a estas alturas de la película de la vida, la de Mikel y la mía, ya me apetece unos ratos solico, a mi bola, y lo que antes eran fugas de uno o varios días con la bicicleta, ahora, en la deriva de la vida, se convierten en cuatro horas y gracias.
Cuatro horas que decidí que iban a ser buenísimas, así que para ir entrando en materia, en el viaje de ida me puse The Sun Collection de Elvis Presley, por ir buceando en los inicios de Duncan Dhu, también cambié la pantaloneta por unos vaqueros nuevos y el polo del Villavés por un jersey negrico de Rapha, que me queda como un guante. Había que vestirse con las mejores galas.
En la puerta del cine nos esperaba Mikel Erentxun, el Mikel de las mejores ocasiones, de riguroso negro con chupa de cuero y sombrero de ala ancha, como dice su canción, mientras cumplía con el photocall de la gente del Zinemaldía. Sólo con esa imagen en directo yo ya me podía volver feliz a casa, pero todavía nos quedaba la película y su coloquio posterior con la directora y el protagonista.
Una hora y pico de recuerdos de la infancia, charlas con Diego y Juanra, sus compañeros de Duncan Dhu y un sinfín de participaciones de otros artistas entre los que me encantó Luz Casal, representando a los mejores ochentas en una voz diferente y brutal, la eterna Luz Casal de vuelta de la vida charlando con Mikel Erentxun. Un disparate.
Y en la pantalla un Erentxun hipocondríaco, como el hombre del casino provinciano de Machado, el que está obsesionado con el paso del tiempo, de los años, el de las 60 vidas dentro de la misma, el que empezó tocando en los patios de los colegios para pasar a llenar estadios, volver a pequeños recintos y saltar nuevamente a los grandes números, con sus “amigos de guardia” (QUE DEJAMOS POR AQUI HACE YA ALGUNOS BLOGS) y esta gira aniversario de Duncan Dhu. Todo eso, con algún guiño familiar, quedó ahí en la sala 9 de los cines Príncipe de Donosti.
A mí también me caló todo aquello, y me volví pensando que eso de que “cuando está con Dakota todo va bien” es lo mejor de la película, una frase de amor total, de familia, de vuelta a la casilla de salida del mejor hombre bala de la historia. Es el Mikel Erentxun de “Intacto”, de “Libélulas”, de “Gigante”, de “Siena”, el de nuestros “Ojos de miel” que nos poníamos para terminar las carreras imposibles, el de los mejores discos de su vida desde que escribe sus letras y le gusta su voz.
Pero también es el Mikel Erentxun que en aquel lejano 1984, despide su primer directo en la radio convocándoles para el concierto del día siguiente en el Bar Txirristra en Igueldo, con un “Será un concierto increíble”, “increíble para los que les haya gustado éste”, añade.
Es el mismo de los primeros Duncan Dhu que vimos mi primo Jesús y yo en el patio de un colegio de Zarautz, con un bajo, una guitarra acústica y unas escobillas, con los que fuimos empezando nuestra “tremenda” adolescencia, como la definió una vez Iciar Sauleda, y entramos en el intento de madurez actual.
La banda sonora de mi vida y ahora también de mis cadetes, que escuchan los villancicos de Mikel en pleno agosto camino de las carreras, y si no ¡¡LEEDLO!!!
Gracias Mikel, 60 vidas después, todo está a punto de empezar, como siempre, aunque estemos los dos volviendo de la ciaboga, ya sabes, pero mientras estemos juntos todo va bien.
“Quiero bailar mientras quede una luz”
Willow
Para el temazo de hoy, como no podía ser de otra forma, vamos con Mikel Erentxun, estaba cantado, claro. Pero esta vez y sin que sirva de precedente, os voy a compartir dos. El de aquellos primeros conciertos que sonaban a Elvis y a Por Tierras Escocesas, que hemos comentado aquí. Y su última canción, la que centra su película “Mientras quede una luz”.