No sé porqué pero siempre comienzo y termino las pruebas importantes de cada temporada de la misma forma: echando la lágrima.
Me ha pasado siempre, y estos últimos años más. Recuerdo salidas de casa tremendas, como la del 2012 camino de las 1001 millas de Italia, llorando escaleras abajo al despedirme de Irache y los críos para asombro del vecindario que me iba cruzando por el camino. Así una y otra vez, sin parar. Hace unas semanas sin ir más lejos cuando llegué a Peñiscola y le vi a mi amigo Cano esperándome en el paseo otra vez me vino toda la emoción del mundo y la cosa acabo como siempre, moquedando.
Eso sí, todavía no me había pasado experimentar la misma emoción pero en la carrera de otro. No esperaba que pudiera ser así, pero así fue.
Mikel Baraibar decidió el año pasado que quería participar en una prueba de la Copa del Mundo de ultrafondo, lo que vio en la Race Around Austria le impactó, luego investigó, buscó, leyó, escuchó.....y decidió disputar la Race Around Eslovenia.
Y se preparó con todas las ganas del mundo. Yo todos los años bromeo diciendo que voy a entrar en fase "Willow 2.0" de perfecto que me voy a preparar y al final acabo en "Willow 1,7" más o menos. Pues Mikel ha estado en modo "Baraibar 2.0" y lo ha hecho todo, absolutamente todo, para llegar en la mejor disposición posible a la salida de la prueba. Lo ha conseguido.
Después de haber compartido otro año más codo con codo nuestras inquietudes, progresos, tropezones, ventanas nuevas, el difícil mundo de las colaboraciones, pequeñas y grandes alegrías con resultados en sus entrenamientos, en sus carreras. Después de haber compartido su camino en la bicicicleta y fuera de ella, desde que tenía 6 años y vino por el Villavés acompañado de sus padres, después de ver como ha sido capaz de dominar su diabetes en el día a día y en las grandes pruebas ciclistas, después de haber visto su progresión sencilla, humilde y trabajada hasta llegar la RAA 2017, después de todo eso estaba cantado que lo que íbamos a vivir allí iba a ser algo muy bonito, diría "grande" pero nuestra historia es tan sencilla y tan chula que se describe de igual forma.
Y así fue. Cuando le dejé a Mikel en la puerta que llevaba a la rampa de salida de Postojna, allí junto a Marko Baloh y lo mejorcito del ultrafondo, tuve una sensación de satisfacción, orgullo, miedo y qué se yo cuantas cosas más así que le di un abrazo media vuelta y a moquear. Me acordé de su madre, Maria Jesús, que cuando era cadetillo, en plena adolescencia, iba justo antes de las carreras y le daba un beso al tiempo que le decía que no corriera mucho! Visto lo visto, más vale que no fueron sus padres a la salida porque habría habido lágrimas a base de bien!!!!
En la carrera pasó lo que tenía que pasar. Que las condiciones climatológicas fueron dantescas y que una vez más Mikel sacó esa templanza y esa fuerza mental que he visto en pocos ciclistas e hizo que las tormentas no le afectaran lo más mínimo. Se lanzó en bajadas de más de 20 kms entre la niebla y de madrugada, se salto como quinientos cambios de ropa que le iban a hacer perder tiempo y recupero el cuerpo de la paliza para acabar la prueba a tope y dejarnos a todos un sabor de boca increíble.
Al acabar, 57 horas después volvimos a ese podio de la Copa del Mundo del que nos bajamos en Austria, los dos, está vez él vestido de romano y yo a su lado, feliz. Lo había conseguido, lo habíamos conseguido.
Mikel me ha hecho estar una semana fuera de casa sin ver a la familia, me ha montado en un avión hasta Venecia, en un autobús 4 horas por Italia y Eslovenia y me ha metido 3000 kms seguidos de furgoneta entre la carrera y la vuelta a casa, vamos que me ha sacado de la zona de confort pero de largo, y ha merecido la pena. Con este panorama en casa no nos lo pensamos ni un segundo, para Eslovenia. Estoy muy contento. No podía haber ido mejor y ha sido una gozada y compartirlo una vez más con Eneko Diaz una pasada. Algún día escribiré una entrada al blog sobre Eneko, un buen amigo que tiene una disposición total y con la alegría que le acompaña siempre hace una papelón increíble en el equipo de apoyo. Este año también se apunto Marcos al equipo, que también lo bordó.
Ha sido una de las muchas aventuras que llevamos vividas durante estos años, otra más, tan especial como las anteriores, como cuando llegamos a la cima de Monte Perdido o doblamos la Brecha de Roland, o llegamos a Paris desde Bordeaux.....pero siempre compartido. Otra más.
Mikel Baraibar, un hombre alrededor de Eslovenia.