“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

LA MONTAÑA SUIZA DE MONTE IGUELDO

El parque de atracciones de Igueldo en San Sebastián siempre nos ha tirado mucho en la familia. Para empezar la subida en el funicular, ese tren de cremallera de madera rojo que con su traqueteo, que da cuando menos respeto, te sube arriba de la montaña, donde las vistas de la “gran ciudad” son acojonantes y también del resto de la costa vasca. Allí grabó Mikel Erentxun el video de la canción “mañana” con ese gesto tan característico de él: los brazos abiertos en cruz recibiendo el sol.
Bueno que me voy del tema. El caso es que en una de nuestras visitas, al bajar del funicular vimos que su atracción estrella, “la montaña Suiza” (que no rusa), estaba parada en ese rampón que la vista hacia la izquierda a los acantiladoste hacía pensar ¡ay Dios que llegue arriba esto ya!, se había quedado sin frenos y habían sacado a los pasajeros uno a uno de allí, más vale que era en la cuesta. Al rato ya la habían arreglado y ofrecían el viaje gratis para poder probar la reparación. Un plan a todas luces kamikaze, y lo era tanto que en aquel viaje estaba el conductor que iba en el centro sentado sobre un taburete y agarrado a una palanca, así tan seguro, y nosotros, los Iriberri, empujados por esa manía que teníamos y tenemos en los viajes de probar todo a lo grande (otro día os contaré nuestros baños por todos los ibones, lagos y ríos heladores de los Pirineos). Por suerte la reparación fue efectiva y los frenos funcionaron, pero la emoción de aquel viaje hizo que sintiéramos las subidas y bajadas como si fuéramos a despegar a la luna!.
Yo, en mi pequeña montaña Suiza que es la Race Across América hace tiempo que me quedé sin frenos y además perdí el manual de instrucciones hace varios años, seguramente alguna noche por el bierzo camino a Santiago, así no tengo opción a parar todo esto y así me va. Unos días me vengo arriba como la montaña suiza cuando pasa por encima de las barcas y otros el bajonazo es tan tremendo como la última bajada antes de acabar el recorrido.
La travesía es larga, das un paso hacia adelante, se abre una puerta, alguien te echa una mano, consigues un nuevo colaborador y te vienes arriba, pero al día siguiente cuando recibes unos cuantos portazos seguidos vuelves a bajar sin frenos ni control.
El viaje está llegando a su fin, en apenas unas semanas veremos si hemos conseguido llenar mínimamente el vaso del presupuesto y nos bajamos de la montaña Suiza para coger el avión o si al punto final de los finales ya no le siguen unos puntos suspensivos, veremos.
Antes de descarrilar me gustaría que supierais que no estoy solo en el tren. Ha sido acojonante ver la gente que se ha subido para acompañarme, para darme ánimos, ideas, sugerencias, contactos, referencias…¡Hay gente buena, muy buena! Algunos cercanos, otros que ni siquiera conocía. Personas que creen en el proyecto, que comparten la ilusión, que realmente quieren vivir, a través de mi participación, la Race Across América, que me echan una mano sin pedir absolutamente nada, que han descolgado su teléfono para llamarme, presentarse y ayudarme. Está siendo sin duda lo mejor del viaje. Ofrecimiento sincero y discreto, así que no daré nombres, a ellos no les hace falta. Esta parte me ha sorprendido, la verdad, no me lo esperaba y ha sido muy positiva para mí. Notas una conexión especial con todos ellos, para mí ha significado mucho.
Claro que luego también tenemos a los “toxicos” como les llamo yo. Gente que normalmente le hace feliz que al que tiene a lado le vaya mal, o por lo menos peor que a él. Os vais a reir….. Normalmente me lanzan su deseo de que no lo consiga basado en tres pilares: Primero me recuerdan que tengo cara de cansado, luego que lo voy a tener muy mal para conseguir apoyos y finalmente que valore el palo que me puedo llevar si voy pero me retiro!!!. ¡Qué jodidos!! Son pocos, infinitamente menos de los primeros, pero los hay.
Os voy dejando, que viene curva pronunciada y más adelante estoy viendo un doble tirabuzón que tiene muy mala pinta, me voy a agarrar fuerte, y ya sabéis, vamos sin control y ya no me puedo bajar del tren!
Bueno qué, ahora sí que sí! ¿Te vienes?