Siempre me ha gustado aprovechar todo el tiempo que tengo, además se convierte en una necesidad si quieres llegar a todo lo que necesitas para poder cerrar un círculo tan básico como difícil: trabajo, familia, entrenamiento y todo lo que genera la carrera del año en cuanto a logística y colaboraciones.
El café con la leche fría se ha convertido en un clásico este año, Mikel Baraibar ya lo tiene tan asumido que directamente él se lo pide igual. No hay tiempo para dejar que se enfríe, para una tertulia, o un rato de relax, no. Siempre hay kilómetros por hacer, tiempo que aprovechar, sitios a los que llegar. Los días te los programas de víspera y si ves que no va a dar tiempo se le quita al sueño y casi siempre a la comida.
Con este frenesí, nos presentamos en el viaje de ida hacía Austria Mikel Baráibar y yo. Por supuesto, uno llevaba el viaje totalmente cuadrado en su mente y su libro de ruta, pero amigo, no contaba con el millón de retenciones por la autopistas francesas que nos fueron retrasando y retrasando sobre los horarios que manejábamos para llegar al aeropuerto de Múnich a recoger a la familia y los amigos del equipo de apoyo. Desesperante, una retención y otra más, que nos hicieron dormir antes de donde teníamos previsto. Por lo menos, sirvió para sacar a pasear la aplicación que mi amiga Puy Trigueros me había recomendado sobre sitios de autocaravanas. ¡Increíble! En 5 minutos, nos llevó a una tranquila área con baños y electricidad y un bar junto a un río que sirvió para meternos una caña relajante e irnos a dormir.
Al día siguiente la cosa no iba a mejorar. Debíamos llegar a Múnich a las 20 horas y teníamos 700 kilómetros por delante. ¿Fácil no? Pues no. Allí estaba la ciudad de Friburgo en obras, pero no unas obras cualquiera, no. Creo que la están cambiando entera, toda ella, de arriba a abajo. Dos horas nos costó atravesarla con un calor insoportable. Mikel al volante se venía abajo por momentos y yo decidí irme a la parte trasera y relajarme haciendo unas flexiones y un poco de CORE. Y llegamos a Múnich.
El aeropuerto es acojonante. Tiene una plaza central con una pérgola gigante que me dejó maravillado. Aunque lo mejor fue cuando se abrió la puerta de las llegadas y nos fundimos en un abrazo todos: familia, Cano, Joseba, Juan Luis y Óscar.
Venga, seguimos con la leche fría. Todavía nos quedaba el lunes previo a la salida con su retención de Múnich a St Georgen im Attergau, pero bueno, 140 kilómetros en 4 horas, casi a ritmo de los cicloturistas de Iruñako pero en furgoneta.
La llegada a la salida fue otro momento de emoción, de ver la carrera cara a cara.. Ver la caja con el material que la organización tiene preparado a cada corredor con su nombe al lado de la caja del gran Strasser. Fue la leche, igual que las rotulaciones que identifican corredor y país para la furgoneta y autocaravana, acreditaciones para el corredor, equipo de apoyo y familia para movernos por allí...... Este el lado bueno de lo que es Copa del Mundo. El otro lado, el del control de bici, coche, luces, reflectantes, sirenas, dorsales y un millón de cosas es el malo. Bufff, fuimos sin preparar y fue entonces el primer momento para el equipo de apoyo, que sacó adelante todo, absolutamente todo lo que los comisarios de la carrera nos iban indicando que no teníamos. Mikel de un lado al otro con la organización, Cano se hizo con el mando del resto del equipo e hizo un trabajo increíble, ayudado con unos pequeños trucos que Juan Luis (el Agui a partir de ahora) se sacaba de la manga. De donde había 2 chalecos reflectantes, él enseñaba los cuatro que pedían los jueces, de un enchufe y en cinco minutos enganchaba la nevera y dos sirenas y volvíamos a pasar otro tema y así toda la tarde, pero lo conseguimos.
Ya sólo quedaba la cena y mirar la climatología otra vez. El maldito tiempo no cambiaba en las previsiones, bueno sí, cambió a la mañana siguiente, pero a peor.
Me levanté sin despertador aunque para las siete de la mañana ya estaba despierto. No llovía y decidí aprovechar ese rato para hacer un entrenamiento matutino de una horica que tenía prevista, unos progresivos en zona 6 por activar y a descansar otra vez al hotel. Ya no pude, comenzó a llover y ya no paró en todo el día, así que decidí meterme en el hotel. Mientras el apoyo iba organizando en cajas la ropa y material para tenerlo claro en la prueba y hacían las últimas pruebas de navegación sobre los primeros kilómetros de la ruta.
La comida previa a la carrera fue más bien tensa. Al otro lado de la ventana llovía con mucha fuerza. De allí reunión de equipos, un café con la leche fría y vuelta al hotel para la última hora de descanso y a la salida.
Visto con la perspectiva que da el final de la carrera veo que todo la previa fue un auténtico sinvivir, como un esprint final a todo un año sin parar en el que me dejé llevar por el equipo de apoyo. Creo que pocas veces no he controlado los temas previos a la salida pero esta vez ya no podía. Fueron tres días hasta que tomé la salida con demasiado imprevistos, con mucha leche fría para avanzar y también muchas emociones. El aeropuerto, la llegada a la plaza de St Georgen im Attergau, las últimas despedidas, whatssap, los saludos con otros corredores. Todo muy intenso.
Y me subí a la rampa de salida con la alfombra verde, la fuente en el centro e Irache, Miguel e Iciar abajo entre el público con una pancarta que habían preparado. Era todo tal y como lo había imaginado de vuelta a casa después de los duros entrenamientos. Estábamos todos allí, o no??? Cierto, faltaba uno que no podía fallar, Mikel Erentxun, así que ni corto ni perezoso enlacé el auricular del pinganillo a un mp4 con unos buenos acústicos y entonces sí, comencé la carrera con un buen subidón.
¿Perfecto? No no, que va, me quedan dos entradas al blog para contaros el resto de la carrera.
Vamooooooossss!!!!!
FOTO: PANCARTA DE LA AFICIÓN DESPLAZADA A AUSTRIA!!!!