En Gordaliza del Pino me quieren y me respetan, importante, casi más que en Flix, bueno, bastante más. En Flix también me conocen pero no me respetan, no celebran mi llegada ni siquiera dejan la barra del bar para verme salir con la bicicleta. Quizás sea normal, porque en Flix (Tarragona) suele hacer entre 40 y 50 grados y caigo allí a la hora de comer y en Gordaliza del Pino, en pleno páramo Leonés llego al comenzar la noche. Y allí la gente está en la calle y repito sitio siempre y siempre celebran mi llegada al reconocerme como “el peregrino que no para” y a mí me hace ilusión, ¡ya veis qué tontería!, pero es como encontrar alguien conocido en mitad de las 32 horas que me suele costar el Camino de Santiago, una cara que de repente se alegra al verte, ¡me gusta!. Yo también les sonrío, me hago la foto de rigor y les pregunto por el fisio de Sahagún, que hace unos cuantos Caminos me invito a cenar con él mientras me hablaba de que los lobos bajaban de los picos de Europa a esa zona buscando el maíz para dejarme temblando para el resto de la noche sobre la bici. Con todo, yo siempre les dejo recuerdos para él porque, según dicen, la lía cada viernes por la noche con su cuadrilla de amigos.
Gordaliza del pino y el páramo Leonés Una de las Castillas profundas que tuve la suerte de acompañar mi pedalada hacia Santiago, con el discazo eterno que Serrat dedica a Machado, y por ahí pude ver al hombre del Casino provinciano, a Don Guido, a los pedantones de las tabernas y varios olmos esperando, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera, de locos
Por ahí fue mi último Camino de Santiago, por ahí y por un error de juvenil al salir de casa sin mi habitual loción de crema natusán en el culo y en la badana del culote. Y lo peor, mientras iba atravesando pueblos y ciudades llenos de farmacias con cientos de botes de natusán al alcance mi mano, o de mi culo, las fui ignorando una detrás de otra, con ese “no parar ni para tomar impulso” que me ha acompañado toda la vida. Y así, después de pedalear sobre Castilla a 30 grados se hizo la noche en el Bierzo Leones, y la temperatura bajo, y todo el sudor de mi culote se secó y se convirtió en sales y yo andaba ya por los 400 kilómetros y me quedaban otros 300 más por delante, serio problema, como la intención de amistad de Pau Donés con el amor de su vida. De locos también.
“A cada paso se hunde el lodo, salta un reptil, acechan diez”
La noche fue tan fría como larga (un saludo Melendi) y el amanecer, como siempre, me vino a ver pasado Villafranca del Bierzo, en la gasolinera Valcarce, al pie de Ocebreiro, allá donde Joaquín Unzué se tomó la mejor tila de su vida, y allí, además de pedirme una tila con un donuts, comprobé que las rozaduras ya se habían convertido en heridas pero que la herida todavía no sangraban.
Así que era cuestión de seguir adelante, como siempre, y llegar a Galicia, concretamente a Sarria, para buscar una farmacia que se iba a convertir en el “último helicóptero” de las pelis de acción. Compresas de limpieza en seco y natusán y media hora encerrado en el baño de un bar intentado dejar todo listo para, por lo menos, mantener el equilibrio, la dignidad y el oficio hasta Santiago de Compostela, como así fue.
No fue mal el camino, pero tampoco fue bien, y quizás vaya siendo hora de darle dos vueltas antes de ponerme en ruta. No salí con la tranquilidad que merece una distancia de 700 kilómetros, y me pudo la idea de devorar el recorrido sin pensar en nada más que llegar a Burgos sobre la hora de comer, a Sahagún con luz, al amanecer en OCebreiro e ir cumpliendo así con los horarios de siempre, error de juvenil, por no parar en Estella cinco minutos en una farmacia, casi me cargo el camino.
Pero la catedral está igual de chula, con el sol del atardecer espectacular en toda su fachada. Santiago como siempre, con sus cantantes callejeros intentando el “imagine” de Jhon Lenon, y dos millones de peregrinos turistas y turistas peregrinos que se van perdiendo por sus callejuelas empedradas.
Yo ya no me pierdo, y voy a tiro hecho, las sandalias de plástico de tres euros en el chinico habitual, el cañón de cerveza que mata de sed, en la terraza que baja de la catedral, con el sol en la espalda y parte de la catedral de frente, y el hostal tirando hacia la estación de un tren interminable que me lleva directo a casa, sin abrazar al santo, sin una tarta de Santiago y sin muchas ganas de reír esta vez, porque no ha sido el mejor camino de la historia, como me gustaría escribir, ha sido otro camino más y punto.
Vamos terminando. Por delante y en un par de semanas ya, el Figueras Pamplona de los solidarios de Tenis con su nuevo presidente, Iñigo Garcia de Eulate, a la cabeza. Otro ”Andy” de la vida, de esos que escribimos en el anterior blog, aunque éste ya un poco más mayor, ya está de vuelta de la universidad, para que nos situemos todos. Pero igual de abrazable, un joven de nivel 12, porque el 10 se queda corto con él. El tipo que se ha echado a cuestas a los cicloturistas y su reto solidario y lo está haciendo igual que cuando sale a correr con sus zapatillas, súper bien.
Mi vuelta a la casilla de salida con los cadetes del Villavés me ha tenido ocupado, además de feliz, y no les he podido acompañar en la preparación hacia el reto como me habría gustado, aunque llevan cuatro años de experiencia a sus espaldas y los Chechu, Juan, David, Perico, Joaquin y compañía ya vuelan solos, y más rápidos y seguros que yo. Así que verles devorar jornadas de hasta 300 kilómetros en su preparación y disfrutarlas, importante, me saca la mejor de las sonrisas.
Y poco más que añadir, quedáis invitados a cenar en Gordaliza del Pino en mayo del 2026, yo me pediré un bocadillo de jamón, como siempre, mientras, en la mesa de a lado, puede que el fisio de Sahagún con la jefa del hostal, estén devorando unos caracoles con tomate, a veces pasa, como dice Forrest Gump, Lo que es seguro es que llevaré natusán a paladas y repetiré las canciones de Serrat a Machado, que fueron lo mejor del camino.
Estáis invitados, como siempre. Creo que el siguiente será mi décimo Camino de Santiago sin parar ni para tomar impulso. Me estoy labrando un palmarés que no tiene ningún sentido, lo sé, pero esto ya no hay quien lo pare..
“Mi corazón también espera hacia la luz y a la vida otro milagro de la primavera”. ¡Qué jodido Machado!.