“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

EL CAMINO DE REGRESO.

Mi viejo título de Director Deportivo Nacional de ciclismo tiene tantos años que lo tuvieron que rescatar en la Federación Española, en la Navarra ya me habían dado por finiquitado, imagino que no daban un duro por mi vuelta después de tantos años, hicieron bien, yo tampoco suelo apostar por mí para nada.

La gestión pintaba complicada, pero en la Federación Navarra tengo una amiga de guardia que en realidad sólo la he visto una vez en mi vida, pero me ha resuelto mil preguntas por teléfono durante los últimos años. Se llama Merche y siempre tiene la respuesta correcta y nunca termina el jaleo de turno sin una solución. Lo mismo te resuelve un follón con el departamento de interior del Gobierno de Navarra por un reglamento mal hecho, que te hace el traspaso de una licencia desde la Federación Sudafricana de ciclismo a la Navarra (un saludo William). Tremendo.

Así que era la persona clave para recuperar mi viejo título de director, ese que olvidé para pasar a ser el “ultrafondista Navarro”, y de allí al “hombre bala”, y el título apareció en Madrid, y mi licencia, 24 horas después en mi correo electrónico, para hacer oficial que vuelvo al filo de otra edad, y que vuelvo a estar con los mismos corredores de entonces aunque ahora se llaman Jagoba, Julen o Alex y viajen con bicicletas de discos y pinganillos en las carreras.

Todo es igual siempre, ya sabéis. Y una palmera de chocolate siempre ha sido y será un éxito seguro, como asomarnos al paisaje de Belagua y Arette con nuestras bicicletas, o cenar unas pizzas en un banco del paseo del Arga. Y luego, después de todo esto, están las carreras, las competiciones que cada fin de semana llegan cada vez más difíciles, con más kilómetros y más desnivel, y que deben complementar la vida con la bicicleta del adolescente de turno, pero en ningún caso deben ser el eje central de ciclismo base. Porque para el 98 % del pelotón cadete y junior, su vida a los veinte años será el cicloturismo, y punto, y si lo hacemos bien ahora, sabrán llegar entonces a Belagua y de allí pasarán al Tourmalet, y con suerte, quizás se den una vuelta por Dolomitas, zona que a mí me falta.

Veremos qué hacemos este sábado en Arroniz, de reestreno de director, y como terminamos la temporada, a caballo entre los Juniors de Miguel, los sub 23 de Adur y los cadetes de mi corazón. Todo esto salpicado de un Figueras Pamplona con los solidarios del Tenis y un camino de Santiago express en Julio, supongo. La que será mi décima peregrinación sin parar ni para tomar impulso, o lo que es lo mismo, sin sentido, pero que me da mucha vida. Esta vez cambiaremos las rectas de Ballobar por las de Sahagún y el amanecer de Erla por la cima de O Cebreiro, y la cerveza Moritz en Salou por la Estrella Galicia en Santiago de Compostela. 32 horas de fiesta sobre la bicicleta.

Terminaría con un ¿te vienes? Pero ya imagino que la respuesta es no. Pues vosotros veréis, sólo comentar que por el Cafenasa / C.C. Villavés están apareciendo palmeras y croissants de chocolates al terminar las carreras y que la última prueba en Eibar comenzó con una guerra de magdalenas dentro del coche, porque en Cafenasa estamos de buen café.

Aunque lo del camino ya de un poco más de vértigo, lo entiendo.

Willow.