Los domingos, algunas veces, son los nuevos viernes, y esto no lo dice el Diario Vasco, y así, echándole unas gotas de ilusión, la semana es fin de semana y el fin de semana es un viernes disfrazado de domingo, lleno de ruedas de bicicletas que no paran nunca, porque según dice Josetxo Buján “Que la rueda no pare de girar”.
Josetxó me quiere mucho, y yo a él, pero esa frase es mía, aunque se la regalo, porque él siempre me ha regalado sus manos abiertas para empujarme cuando más dura se ponía la cuesta hacia la salida en mi pequeña Race Across América. ¡Toma ya!
Y recordando a Josetxo, recuerdo que la vida nos ha visto de adolescentes y felices ciclistas por Villatuerta, también de jóvenes, disfrazados de futbolistas del Betis quemando la madrugada en un garito del barrio de San Juan, y en este intento de madurez actual al abrigo de un cañón de cerveza tostada, solucionando el ciclismo navarro y lo que haga falta. Y suma y sigue, ya sabéis.
Por causas y azares, esta frase vuelve otra vez para quedarse este año del 50 aniversario del Club Ciclista Villavés. “Que la rueda no pare de girar” y Pepe tampoco, claro, porque para que la rueda siga girando alguien tiene que preocuparse de pedalear, y ese es Pepe Barruso, ultrafondista como yo, bueno, ¡mejor que yo!.
Y en un viernes disfrazado de viernes, de los buenos, de los que Cano, que es el mejor amigo de la historia, me lleva a socializar al chinico con dos cañones por banda, de tostada, claro, recordamos que la frase de turno, fue fruto de uno de esos días salvajes de bicicleta en los apurábamos el futuro en la palma de nuestras manos, como bien define Amaral.
Va, que os cuento, al lío.
Año 2016, Race Around Austria, segunda noche, kilómetro 900 más o menos, el ultrafonista en su plenitud entonces, y venido a menos ahora, se dispone en plena noche, a subir un puerto perdido por los Alpes de esos de esos sin final. Después de 48 horas pedaleando sin parar, el cabrón de Morfeo empieza a hacer de las suyas. Pido agua, nada, me sigo durmiendo ¡y voy subiendo!, de locos. Me quito ropa para pasar frío, nada, empiezo a dudar si estoy en Marcalain, en el Forat del Vent por Barcelona o en Austria, la desorientación se apodera de mí. La cosa pinta mal, una vez más.
A las dos horas yo sigo subiendo, dormido, pero sigo pedaleando hasta que no puedo más y pido una pausa, un respiro, 20 minutos para cerrar los ojos y que sea lo que Dios quiera. Y Dios quiso despertarme, ponerme doscientas capas de ropa y Cano, siempre en mi vida y también en mi equipo de apoyo, quiso plantarme la bici delante de mí y girar la rueda delantera a la altura de mi cabeza, para enviar un video a los amigos, y fue entonces, cuando al ver la situación en aquel puto puerto perdido y con 1300 kilómetros por delante todavía, dije…..
“La rueda, siempre la rueda, no para de girar” y seguido un “Vamooooossss”.
Cerraría este pequeño episodio de la rueda, de la frase y Austria, diciendo que me monté en la bici, recuperé sensaciones y puestos y termine ganando la carrera de 2200 kiómetros que rodeaba Austria. Y la carrera si era de 2200 kilómetros, cierto, y rodeaba Austria, pero aquello terminó como siempre, haciendo lo que podía para llegar a meta, como así lo hice, con una llegada, eso sí, espectacular, una fiesta familiar con Irache, Iciar y Miguel en la línea de meta y un podio final que hizo de trampolín para la RAAM. Una decimoquinta posición que todavía, casi diez años después, no hemos terminado de celebrar y algunas veces, como hace un rato viendo el video, de llorar. El niño pequeño que sale detrás corriendo es Miguel, como para no llorar, ya sabéis.
Y ya que estamos con Austria y como el blog es mío, me vais a permitir que añada la salida brutal de aquella carrera, sobre la rampa de lanzamiento, engañando a los jueces diciendo que el pinganillo que llevaba era para hablar con el equipo y en realidad estaba sonando “Ojos de miel” a todo volumen, la canción que tengo a medias con Icíar y con ella abajo entre el público. Record Guinnes de llorar en una salida. No se recuerda semejante situación, la foto de un participante que se arranca a llorar como si no hubiera un mañana con 2200 kilómetros por delante en contrareloj individual. Y que a los tres días y medio de carrera vuelve como ha salido, a limpio lagrimón. ¡Qué a gusto! Creo que triunfé en Austria, a mi manera, pero triunfé, porque todo esto no lo mejora ni un primer puesto.
Y la llegada, ahora que vuelvo a ver el video, ya veis qué plan, en vez de escribir aquello de “fue en un pueblo con mar una noche, después de un concierto”, que habría triunfado, esta vez se quedó en la fiesta de la salchicha de St Greorge im Attergaut y un paseíllo final hacia el podio de Red Bull entre mesas, salchichas y jarrones de cerveza que mataban de sed. Todo muy bueno como pudimos comprobar después.
Termino, esta mierda de entrada al blog, sólo para decir que le quiero mucho a Buján y tengo la suerte de que el amor es correspondido y eterno, casi nada, y que todo esto que acabo de contar lo vais a ver por aquí abajo, porque hoy, y sin que sirva de precedente, voy a colgar un par de videos de mi canal de Youtube que da fe de todo esto, y tranquilos porque siempre nos queda la mañana de mañana con Mikel Erentxun.
Y que gracias a Maria, escribo esta entrada un martes, porque según ella debe ser sábado y entonces la vida es bella y yo si lo dice María, pues al fin del mundo, o a Salou, da igual, el éxito está asegurado.
Willow.
P.D.: Tan sólo añadir que mi Canal de Yoube está también venido a menos, como yo, y en un sueño profundo desde hace unos cuantos años, y así se va a quedar. Hace tiempo que me veo mejor en letra que en imagen, se llama “cronofobia” y en mi caso aguda, pero de vez en cuando, vale la pena recordar que antes de rendirnos fuimos eternos. O eso creo, no lo sé.
Y que la rueda no pare de girar, importante.
QUE LA RUEDA NO PARE DE GIRAR: EL VIDEO