“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

LA FIESTA DE LA LUNA LLENA SIN INVITAR A CHEMA GARCES

El domingo pasado, en el cierre de la temporada ciclista, con la furgoneta llena de padres y madres de corredores, chalecos reflectantes, banderines y emociones a flor de piel, me hacía el chulico con el eterno Chema Garcés, con el que compartí un montón de años de ciclismo en el Villavés, y después de otros tantos, estábamos los dos de vuelta pero esta vez viajábamos en una furgo nueva con aire acondicionado, y lista de Spotify a todo volumen.

Y claro, yo les quise impresionar con mis nuevos temazos de Quique Gonzalez, para que vean que uno tiene unas inquietudes musicales que van mucho más allá de Mikel Erentxun y Duncan Dhu. Pero el cabrón de Chema, le faltó tiempo para llevarme a los miles de kilómetros recorridos con Silvio Rodriguez con ciertas licencias hacia La Oreja de Van Gogh, mientras Laura, la madre de nuestro Adur, parecía dar la aprobación al mundo Silvio con un pequeño gesto con la cabeza que no me atreví a confirmar, a la par que yo me afanaba en negar toda referencia a La Oreja de Van Gogh, claro, para terminar recordando que entonces la música viajaba vía casette y la cinta de Maná de un juvenil, voló por la ventanilla en uno de nuestro viajes lleno de corredores al Tourmalet.

Mientras, en la furgoneta, sonaba “La fiesta de la luna llena”, pero con todas estas historias ya era tarde para chulear de Quique Gonzalez recogiendo la estrella que cae del cielo y la guarda en un cajón envuelta en unas hojas de bloc. Idea que me parece inmejorable, pero nada, el cabrón de Chema me dejó ahí, de vuelta en la carrera, centrado con Laura y Tomás, en despedir la temporada, en intentar contener el lagrimón que se disparó en la carrera anterior y pensar que quizás, “La canción del Elegido” era un buen lugar para pasar aquellos años y que también hay canciones eternas, que logran sortear el tiempo y durar una eternidad, como las cosas chulas que suceden últimamente. Ahí tenemos a La M.O.D.A., dándole vida al eterno “Ojalá” de Silvio.

Demasiados años con los Duncan Dhu de fondo, pero donde cada tiempo tuvo sus canciones y su ola musical y fue el mejor siempre, imposible de superar hasta que se supera, claro, como el amor que es eterno mientras dura en la fábula de “la extraña pareja” de Ismael Serrano, como vivir en un círculo de canciones del que no quieres salir porque piensas que la vida está ahí y si algo te hace feliz, repítelo siempre, como si no hubiera un mañana y ya está, porque eso de salir de la zona de confort está sobrevalorado, como el comer o dormir, ya sabéis.

Melodías y letras que parecen insuperables, que coinciden con fechas y momentos y en mi caso con un lugar y siempre una bicicleta, como las “Libélulas” en Eslovenía o los “Ojos de miel” en Austria, o el viejo “A pleno sol” en Estados Unidos, y si me voy mucho más atrás, desde Bordeaux hasta Paris donde siempre sonaba “Por quien merece amor”. Multitud de canciones que se convierten en parte de la familia, de un recorrido vital, como la mejor forma de vibrar con cada momento multiplicando por mil las emociones, algo tan íntimo que, algunas veces, te lo piensas dos veces al compartirlas porque al hacerlo te abres en canal, compartes frases, acordes, lugares y situaciones, como una foto de tu vida sin un maldito filtro que pueda maquillarla, para ti lo mejor del mundo, para el otro….

Ahora, por las murallas de Pamplona al amanecer, las cuatro canciones que he empezado a escuchar de Quique Gonzalez me empiezan a encerrar en un círculo de melodías buenísimas con una voz brutal y un buen puñado de frases de las que tirar en mi vieja libreta de plagiador compulsivo, en la que cada página parece ser insuperable, hasta que llega la siguiente y vuelta a empezar.

La carrera se terminó, y la temporada también. Anai,, se despidió del Villavés ganando las metas volantes, como en una dulce réplica de la montaña de nuestro Adur, el domingo pasado en Loiti y Xavi en Villava. Y las despedidas en meta con la emoción del punto final de los finales de un año de ciclismo y adolescencia perfecto, al que no le siguen un puñado de puntos suspensivos para tirar unos domingos más, donde poder llorar una escapada y temblar de emoción en cada línea de salida.

Chema me reventó el momentazo de la “Fiesta de la luna llena”, pero eso era en la furgoneta, ahora estamos en mi blog, así que después de 230 entradas girando sobre Mikel Erentxun, Joaquín Sabina, MClan, Los Secretos o Revolver, después de añadir 230 temas a los 230 textos, de pensar siempre que la música viajaba muy por encima de mis letras en cada blog y de ponerlas con toda la ilusión e intención del mundo, por fin con vosotros….EL GRAN QUIQUE GONZALEZ. 

¡Ahora sí! ¡Jódete Chema!

Willow

P.D.: ¿Y si tuviéramos que elegir los 10 temazos de nuestra vida o hacer una lista de las primeras 20 canciones que se os ocurran? ¿Si tuviéramos que tirar de hemeroteca para volver al filo de una canción?¿Dificil?. Por causas y azares (esto de Silvio), la semana pasada tuve que hacer una selección de temas, y lo que al principio era una fiesta, dio paso a las dudas, siempre las dudas, y terminó con la enésima autobiografía de un fracaso (esto de Aute), para variar. Pero no pasa nada, voy a hacer un ejercicio con vosotros, los cuatro seguidores del blog, os invito a compartir conmigo via whatsapp, email, RRSS o como os dé la gana, los tres temazos de vuestra vida y por orden. ¿Difícil? ¿Os habéis bloqueado? Va el mío (el mío de hoy, que mañana igual es otro, los círculos, ya sabéis).

1.- Mañana. (Mikel Erentxun). 2.- Libélulas (Mikel Erentxun). 3.- Pero a tu lado (Los Secretos).