Abajo del podio que instaló el C.C. Villavés el domingo pasado para celebrar la carrera de juveniles, prueba que controló y ganó Xavier Cadena como el mejor de las primaveras que partieron en la salida, Miguel Induráin y Adur Ruiz charlaron tranquilamente unos minutos, en el maravilloso ejercicio que Miguel tiene la infinita capacidad de hacer, la de bajarse del podio de los Campos Eliseos de Paris para celebrar con Adur el premio de la montaña de Loiti, y también hacer suyo por un instante el sueño de Adur de pasar a la categoría Sub -23. Por la mañana rodar, ganar y charlar.
A veces la vida es eterna en cinco minutos y sin necesidad de “recordar a Amanda”, como el domingo pasado, como hace dos semanas en nuestra fuga a Salou, unos ratos que bien valen sortear el tiempo que vuela y durar una eternidad, para dejar a Adur con su media sonrisa tímida y fugaz explicándole al pentacampéon del Tour el momento exacto del ataque en Loiti. Por la mañana la eternidad.
En la tímida y nerviosa sonrisa de Adur, en esa forma de levantar el trofeo sin querer levantar el brazo mucho, en la constancia del entrenamiento de Xavi, Adur y sus compañeros, que les lleva ganar la carrera, la montaña o a llegar a la meta, ahí es donde está el ciclismo base, donde uno puede y debe celebrar todo eternamente, donde la vida es bella.
Lo escribimos por este blog venido a menos en aquella primera carrera de Villatuerta donde Adur rodó aquella mañana como si no hubiera un mañana, en un claro ejemplo de trabajo, constancia, afición a prueba de bombas y felicidad absoluta. Una historia que vuela mucho más alta que cualquiera de los nuevos talentos fichados para ser campeones intergalácticos por generaciones Z y circos varios. Un relato real, la adolescencia que viene de no ver la meta a ganarla o estar muy cerca.
Por la mañana rodar, la maravillosa frase con la que Adur titula todas sus actividades en Strava, rodar, y nada más, las cuatro palabras que soportan las miles de series de potencia, la velocidad subiendo los puertos, los sinsabores de quedarse en el camino en algunas carreras, la alegría de verse con los primeros en otras, la pelea contra el material, contra las horas del día para meter el entrenamiento. “Por la mañana rodar” es una media sonrisa nerviosa que levanta el trofeo intentando no levantar los brazos. La sencillez en estado puro que consigue lo difícil. Es de las cosas chulas que me han pasado este año.
Pues que sigan rodando, y nada más, que nosotros seguiremos celebrando cada paso, cada carrera, cada media sonrisa que nos ofrezcan los corredores arriba o abajo del podio, porque da igual, celebraremos encontrarnos en la línea de salida, que es el mejor lugar de las carreras, porque están todos y no falta nadie.
Termino. Esta mañana, María, mi nueva “muy mejor amiga” de fugas y fan de Adur, nos regalaba un “Por la mañana, Paris” acompañado de un amanecer por detrás de la Torre Eiffel. Había salido a correr en unos de sus viajes de trabajo y había inmortalizado un instante tremendo. Yo he visto claramente que era uno de los mejores “Por la mañana…” de la historia, difícil de superar, y también he visto en la foto, junto a la torre Eiffel, el podio del Tour de Francia y a Miguel contándole a Adur cómo se había ido del pelotón bajando el Tourmalet hacia Van Louron, para ganar el Tour.
En fin, yo ha he visto la película, ahora le vamos a meter una buena banda sonora para ir cerrando la peli y el blog. “Cicatrices” le va perfecto.
Por la mañana, Adur.
Willow