“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

EL CAMINO DE CHUS: "CUANDO ESTALLE LA GUERRA ESTARÉ EN LA TRINCHERA CONTIGO"

“Peligro no pasar, hay corazones rotos ladrando sin cesar en el silencio de la noche”.


Esta madrugada, sobre el kilómetro tres de mi desesperada carrera al amanecer, en el final de la vuelta del Castillo, a punto de tomar el camino hacia mis murallas, he recibido el whatsapp de Izaskun, un mensaje negro, una especie del golpetazo que lo veíamos venir pero no lo queríamos ver. Unas líneas que he leído para las que no ha hecho falta abrir whatsapp, con nuestra amiga y compañera Chus en el centro de todo,


Se terminó el camino de Chus y el final nos devuelve doscientos millones de recuerdos de los tropecientos años que llevamos trabajando juntos, codo con codo, puerta con puerta. Un camino lleno ya de recuerdos, de mis mil problemas y sus dos mil soluciones, de líos compartidos, los míos y los de todo el periódico.


Chus fue control, trabajo infinito, la cabeza más rápida que he visto nunca, fue una ayuda eterna para todos, como la sensación de una canción de brazos abiertos tan escrita por aquí, la firme barricada que paraba la ideas que caían del “pensar a lo grande” de turno, la tenacidad por bandera. La primera en llegar y la última en irse, la mejor de las protagonistas de aquella frase de Sabina, “cuando estalle la guerra estaré en la trinchera contigo”.


Chus es ahora sonrisa, es Fernando y Sandra y Ceci. Es una buena amiga y compañera apoyada en el balcón de su casa de Ollacarizqueta animando a Miguel Molinero y al ultrafondista venido a menos camino de Marcalain. Es la que compañera que nos ponía al día de lo que se movía en el periódico cuando ya no estaba en él, mientras se partía de risa cuando le contábamos lo poco que se le escapaba.


Es el manido “descanso” de después de unos años de pelea contra la enfermedad, una frase hecha que no debiera de existir, porque vivir debe ser algo natural y no urgente, como un recorrido en bicicleta con su viento en contra y a favor, pero sin caídas. Nadie debiera estar obligado a comprobar todo lo que puede soportar de la parte mala de la vida. Y sin embargo, a veces pasa.


Y así, esta madrugada, la vida y la muerte me ha pillado sobre mis zapatillas, rumbo al caballo blanco a golpe de mi nueva Playlist de título “Malais también existe”, que es el tiempo que conseguí robarle a nuestra última fuga a Salou y lo guardo en los acordes de Quique Gonzalez y Café Quijano, robarle tiempo al tiempo, buenísimo, pero eso es para el siguiente blog, ese que ya está escrito.


Aquí lo vamos a dejar, porque uno está preparado para llegar hasta Santiago de Compostela en bicicleta, pero no para despedir ni escribir el punto final de tanta gente que vale la pena, de compañeros en el camino, como Carlos Burguete o Manolo Azcona. Últimamente demasiados Whatsapp que leo sin tener que abrirlos y que te lanzan a tumba abierta para abajo, como la caída en la montaña Suiza de Igueldo en San Sebastián, ya sabéis, esa que va después de la subida lenta y feliz desde donde se puede ver hasta el Mediterraneo de Salou o el emblase de Riudecanyes,


La vida sucede ahora que no estás

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Buen viaje compañera y muchas gracias.


Willow