Entre el Pamplona y el Tourmalet hay más de un año de trabajo y felicidad, a la par, también treinta cicloturistas más enfocados que Pogacar antes del Tour y dos millones de razones para vestir al coloso pirenaico con la piel de las mariposas, pero de las mariposas que más molan, las de DEBRA. La asociación que abandera la Epidermolisis Bullosa aquí en España, la que vuela por toda la geografía para pintar alas en las cicatrices que curan y en paralelo busca recursos para hacer su trabajo y su labor, que no es otra más que hacer justo lo necesario, en un ejercicio de compañía en el camino de este vuelo, el de la piel de Mariposa.
Una vez más, y ya van cuatro, los cicloturistas del Club de Tenis de Pamplona se empeñaron en hacer algo diferente de hacerse selfies al ombligo, práctica habitual en el mundo cicloturista, y decidieron darle sentido a su pasión y felicidad de dar pedales sin final. Como siempre, se propusieron hacer un reto solidario empezándolo por el final, como hace nuestro maestro Adolfo Sanchez Mateos, que no es otra cosa que conseguir todos los apoyos necesarios antes de la fiesta final sobre la bicicleta. Poner el foco en lo social y mandar bien lejos cualquier ego deportivo, porque ir al Tourmalet y volver eso es una fiesta y conseguir más de 10.000 euros para DEBRA es lo más justo que podíamos hacer y una alegría para nosotros, el perfecto punto final de los finales al que seguramente pronto le pongamos unos puntos suspensivos. Así que para campeones el Tour de Francia, el Strava y las redes sociales, para nosotros un buen amanecer compartido en el Tourmalet y la sonrisa de DEBRA,
Y entre Pamplona y el Tourmalet también esta Unzué, el lugar al que quiero volver, ya sabéis, por donde uno puede ir hasta el mediterráneo más adolescente de Salou, celebrar el día de Reyes en su peña o llevar todos los ramos de flores de una carrera ciclista para la familia más azul del mundo, los Marco. Porque en este vuelo, Unzué (con Unax, Iñigo y Arantza al frente) se colocó en el centro para darle todo el sentido del mundo, una sonrisa sin final y un viento a favor como no recuerdo desde aquellas rectas de Kansas en mi llorada RAAM. En Unzué siempre es el mejor de mis días.
En fín, cuando uno es fan pues es muy fan y punto. Y durante este año también me he hecho muy fan de Txus con sus ideas para ir moviendo el reto, de su sobrino Fermín que ha puesto la imagen a nuestro corazón, de Alberto por su envidialbe locura, de Dani, siempre de Dani, por ser nuestro presidente en la sombra y en el sol de la plaza de toros en San Fermín, de Iñigo nuestra joven incorporación al que debemos expulsar del grupo rápidamente antes de que nos destroce por Erro cualquier domingo. También de Miguel, de Rubén, de Jorge que hicieron del equipo de apoyo el Ineos Grenadiers y de Chechu, que me puso el temazo de “Mañana” al coronar el Tourmalet en un amanecer lleno de flores y café. Gracias infinitas.
Hay que hacerse fan de las cosas chulas y celebrarlo, ¡claro que si! Y este año el reto del Tenis ha sido un acierto y un éxito y además compartido por todos. Aquella presentación en mayo en la sede de Lacturale fue inolvidable, como lo fue cada día de entrenamiento que les hizo pedalear de sol a sol a todos para preparar con garantías la ruta. Como el paso adelante que dieron todos a la hora de llenar el vaso de la colaboración en la plataforma de “mi grano de arena”. Porque todos nos empeñamos en acabar el reto antes de empezar el vuelo al Tourmalet.
Y el vuelo, ¡ay el vuelo!, Con tres equipos diferentes con el mismo maillot y un tiempo que nos hizo dudar y temblar a la vez. Con una ascensión al Tourmalet muy emocionante. Mis lágrimas se quedaron en Sant Marie de Campan esta vez, al ver que se podía torcer todo con la lluvia, que Miguel no podía subir en bici con nosotros y debía seguir en el coche, y que la bajada por el otro lado podía ser un auténtico drama. Con Miguel por medio y unas bicicletas siempre acabo llorando, es tremendo, en fin.
Efectivametne cruzar el Tourmalet fue duro, pero no tanto como esperábamos, y tampoco nos quitó el fotón con el gigante en la cima con un amanecer tremendo. Lo que ocurrió después era lo esperado, diluvio en Argeles Gazost, descontrol en la parada de Pau, Sauveterre que siempre estaba a 10 kilómetros, un Tiramisú de limón, como la canción de Sabina, que nos esperaba por el puerto de Ibañeta, diluvio por Roncesvalles y Julio que se saltaba todas las normas y se iba por delante sin mirar hacia atrás. Vamos, salvo el Tiramisú, todo lo que esperábamos.
Voy terminando, hemos dado una vuelta a Navarra por Gerna y Adacen, hemos pedaleado hasta cambrils con la bandera de la ELA, a Santiago llegamos haciendo el camino en 35 horas para Arquitecturas sin fronteras y este año, lo del Tourmalet ha sido eterno.
Pues sigamos bebiendo vasos de Roma y Ginebra compañeros, que el 2025 está a la vuelta de la esquina y Dani está muy venido arriba y podemos ir a donde queramos porque tenemos Unzué a lado de casa. La vida, a veces, es bella. ¿O qué?.
Alas en las cicatrices.
Willow