Ayer día de Reyes, pero de los Reyes buenos, los que son magos y majos, los que llenan las calles a su paso en todas las ciudades y pueblos al grito de ¡Melchor, Gaspar y Baltasar!, no los reyes que ya van sin mayúscula y dando tumbos, eméritos cazadores de elefantes y dinero los de familia de apellidos compuestos y banda en el pecho, los que son eternos y vacíos como una isla sin Robinson (esto de Sabina).. Bueno, pues ayer día de Reyes chulos Joaquín Unzué me invito a la tradicional subida cicloturista a San Miguel de Aralar. Y yo, pues “me deje caer o me empujaste tú”, no lo sé, el caso es que fui.
Todo pintaba perfecto, porque las salidas de Joaquín las dibuja la brújula del pirata Jack Sparrow, esa que siempre señala a lo que uno quiere ver, a lo que más desea, y Joaquín pirata él, no ve el frío, ni la lluvia ni nada malo aunque baje en vuelo directo con su Canyon a dos bajo cero hacía Ponferrada a las cinco de la madrugada y con 25 horas seguidas de bici en el cuerpo, incluso entonces todo va bien, de locos y de verdad, sé de lo que hablo. La ilusión y tal…
El caso es que pintaba bien, los amigos de Orcoyen en el sitio de siempre, en el que una vez recuerdo hace ya dos mil años me presenté sin avisar, cuando todavía no era hombre bala, con un ¡hola soy Willow, hoy voy con vosotros!. Y del mismo sitio salimos todos juntos, los Orkucis, el ultrafondista venido a menos, su amigo Juan, la niebla y el frío, mucha niebla y mucho frío, pero no pasa nada, porque al lado de Joaquín nunca pasa nada y si pasa, son cosas buenas, la brújula de Jack Sparrow, ya sabéis.
La salida perfecta, ritmo alto tirando a muy alto y buena conversación y mejor gente, muchos que no veía desde hacía bastante tiempo, conversaciones ya más de nuestros años, de las que miran más a los recuerdos que a los proyectos, otra vez alguna anécdota de la Race Across América y alguna que otra mentira de los Camino de Santiago sin parar ni para tomar impulso, esos que no tienen mucho sentido pero me dan la vida, y poco más.
Y la vida era muy bella hasta que llegó la subida a San Miguel de Aralar y tuve que tomar una decisión rápida, fugaz, sin tiempo para darle dos vueltas: seguir la rueda de un cicloturista a lomos de una Specialized negra y correr el riesgo de volver a casa en un helicóptero medicalizado o desearle feliz año y olvidarme de él para seguir a mi ritmo y volver a casa con un buen calentón pero vivo, que no es poco. Opté por la segunda, pero tampoco por llegar vivo a casa, lo reconozco, porque en plena pelea en el imaginario final de etapa de Tour de cualquier cicloturista un domingo, la vida es lo de menos y la mía la he visto pasar delante de mí varias veces y en peores sitios, sencillamente uno se queda por ahí porque no puede más y punto. Vamos que me hice un Miguel Angel Lopez “bueno señores, yo me quedo por aquí, fue un placer”.
Pero siempre nos quedan ideas para seguir trabajando en nuestro huerto de excusas, ahora ando enredado en aquello de que ya uno sale para disfrutar de la bicicleta, que “antes yo y ahora yo ya…”, que también, porque llegar a Santiago de Compostela sin parar y poder salir a correr al día siguiente es algo nuevo para mí y disfruto con ello, pero también uno es feliz subiendo Etxauri en 19 minutos o menos, si el viento y Mikel Erentxun empujan fuerte. Pero ahora no lo hago porque no puedo, y punto. A llorar a la llorería, como dice un amigo de mi hijo Miguel.
Seguimos, venga, que nos queda poco. De vuelta un pinchazo nos hizo parar para enseñarnos una Pinarrello F12, y contar hasta cien impulsos de una bomba de mano para dejar una rueda totalmente hinchada, otra medida de Joaquín que no conocía, otro número en su enciclopedia de vida de carreteras, kilómetros, y cafés solos, con leche y mariconadas varias.
Esto de ayer, porque hoy hemos salido con los del Tenis, con Dani, nuestro Presi del que cada vez somos más fans en casa, y la brújula de Natxo Azanza, otro Jack Sparrow de la vida, que situaba la tormenta que nos ha caído por Bilbao, luego por la frontera de Navarra, para terminar diciendo que estaba en Las Landas, de locos, y de las Landas volaba en diez minutos a Torres de Elorz para calarnos antes de llegar a casa. Pero da igual, yo creo que la opción buena es estar alineados con estos piratas de la vida que siempre les sonríe la aventura y si no, pues la hacen sonreír y punto. Como una de mis jefas, que dice que lo mejor es estar alineados todos juntos para llegar antes a los sitios, y yo, pues me alineo a su línea que está a mil millas de la mía pero da igual, ella feliz y yo, que tengo una Pinarello F10, pues también.
Feliz año a todos, a Joaquín, a Natxo, a mis jefas y mi jefes, que tengo mogollón, a los Reyes magos y eméritos, a todos, porque estoy saltarín y de buen rollo, por fin me he hecho Strava y en mi imaginario cicloturista vuelvo a ir a toda leche en bici y corriendo, aunque no baje de 4,15 el kilómetro pero da igual porque en pocas semanas voy a coger la bici y me voy a ir a Cambrils en vuelo directo y la vida será bella en el amanecer por los Monegros y en las duras rampas de Fraga y seguro que esta vez tienen tortilla en Flix y hasta pan. Planazo.
“Descuélgate de estante y si te quieres venir, tengo una plaza vacante, maneras de vivir”.
¿te vienes?
Willow