“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

POR ZARAUTZ, ESCRIBIENDO LA QUINTA PARTE DE LA ZONA DE CONFORT Y TAL

En Zarautz lo tenemos todo bajo control, no hay sorpresas, sabemos dónde pisamos y pisamos sobre seguro, nada da salir de la zona de confort, que eso ya quedamos hace algunos blogs que no va con nosotros, porque lo que a uno le hace feliz debe repetirlo de forma compulsiva y punto, y que se vayan bien de lejos de la zona de confort y de nuestra vida toda la banda que no probado la profundad del rio con los dos pies a la vez.


Porque la zona de confort de un ultrafondista es muy grande y la hemos hecho a base de estar fuera de ella. La mía va desde Pamplona hasta Santiago de Compostela si tiro hacia el oeste, hacia el este llega al Mediterraneo de Serrat, y para el sur se va directo hasta Almería pasando por Toledo, Córdoba, el Veleta y donde haga falta. Ah! y hacia el norte llegamos a Paris y a la Bretaña, sin parar para tomar impulso. Como veréis uno puede llegar muy lejos sin salir de la zona de confort, para envidia del gilipollas de turno que dice salir de semejante zona sin salir de su casa. Sabios que no saben nada.


Y luego está Zarautz, con su viejo malecón, que mira hacia el ratón de Guetaria y hacia una adolescencia tan chula como tremenda, y también hacia un salón de máquinas recreativas a 25 pesetas la partida, mi primo Jesús y los Duncan Dhu sonando sin parar. Porque Zarautz en aquellos maravillosos años fue el jardín de rosas de unas tierras escocesas a las que nos llevaban Mikel, Diego y Juanra algunas veces y al que siempre queríamos volver. Nada nuevo si eres muy fan del blog.

Ese es un buena lugar para irse a olvidar, que dice Loquillo, para salir de casa y volver 20 horas después con 80 kms de bici, 10 de carrera al amanecer, 4 cervezas tostadas y doscientas fotos para el Instagram, que también entra en la zona de confort de cualquier adolescente como yo ¿la vida es bella o qué?.


La última fuga con Irache fueron las suaves rampas de Meagas, los Jesuitas de Azpeitia, el descenso del puerto de Azcárate, la subida de Itziar y el serpenteo junto al mar de la Nacional-634 que es mi carretera, aunque tenga mucho tráfico y poco arcén y no pase por Unzué. La fuga también fue un amanecer que no llegaba camino de Guetaria, con un mar en calma total, sobre las zapatillas Hoka y unos acordes de Mikel Erentxun que fueron un disparate. ¡Bendita zona de confort!


Ahora de vuelta a la sala de espera sin esperanza de los días de labor, que los mandaría al fondo del mar cantábrico, ando mirando hacia Jaca, creo que correr por su ciudadela y ver el otoño subiendo a la estación de Astún y bajando hacia Francia en bicicleta puede estar muy bien, hasta Jaca en furgoneta, aclaro, y durmiendo en un hotelillo y con un barril de cerveza que mata de sed, para no salir de la zona de confort, para que nada pueda evitar que la fuga sea un éxito.


Y de momento no tengo nada más que contar, porque la vida es bella hasta que vuelves y no vuelve a ser bella hasta que te vas, porque el día a día te saca de la zona de confort y eso no nos gusta.


Willow,


P.D.: Pido disculpas si lo de la zona de confort ya está pasado de moda y ahora andamos enredados en el viento viendo la vida pasar bajo otra idea, otro nombre, en otro campo abandonado donde seguir jugando al empate, pero es que soy disperso y mayor y me ha costado un huevo pillarle el rollo de la zona de confort. Pero lo he pillado ¿o qué?


P.D.2: La siguiente entrada será el blog número 200, no se si será especial o la última, o la primer de los siguientes 200, la verdad que no tengo ni idea, ya veremos.


P.D.3: Robé una máquina del tiempo para correr a favor del viento, y un minuto prestado a un corazón desbocado, pues eso.