Entre mis dedos se ha ido la última fuga a Cambrils del año, el último vuelo del hombre bala, como un “ponme otra y qué se debe” o aquél “dame un beso y ya veremos”, algo que no tiene mucho sentido y que no puedes dejarlo escapar porque sabes que durante ese momento vas a ser eterno, para mí un momento de dieciséis horas, porque los ultrarfondistas nunca hemos medido bien ni los tiempos ni la vida y menos sus consecuencias, pero eso ya es otra historia.
Porque un catarro a destiempo y sin avisar me ha atizado duro, como me golpeó mi COVID-22, esa versión mejorada del COVID-19, en la que con una mascarilla de pato puedes seguir como si no pasara nada, en el trabajo, claro, porque en la vida que merece la pena estás eliminado, punto.
Este último virus que no muere ni me mata, me ha dado la baja en mi vida fuera del periódico, y me hace llegar en bici hasta el trabajo cada mañana como quien llega a la TS de Misissipi River, en la RAAM, con la luna a cuestas y el agua al cuello. Porque como siempre, he negado rotundamente la baja laboral en un claro error que tenemos al pensar que trabajar con 38 de fiebre uno entra en otra escala de trabajador, que igual es así, y engrosamos un grupo de gilipollas a la deriva. Fue clemente el Juez, sólo el tiempo es mi condena. En fin.
Pero no pasa, porque las predicciones meteorológicas eran totalmente adversas, malas y tremendamente extrañas, porque el agua nos iba a caer de lleno por los Monegros, para seguir por Fraga, Flix y ya la mundial llegando al Mediterráneo. Así que ni tan mal, quizás esté de suerte y un buen trancazo a tiempo me haya librado del sufrimiento que es meterte un montón de horas en bici bajo el agua, que junto con los políticos Sayas y Adanero y la cerveza Ambar, es una de las cosas que más me horrorizan en esta vida.
Lo peor es que no he llegado a tiempo para hacer esta fuga y lo mejor, pues que la tengo pendiente, y que sólo lloro por verla, que es bastante mejor que llorar porque la vi, para darle donde más le duele a La Llorona Mexicana.
Según dice Adrián, Cambrils no se mueve, ni las ganas que tenemos los dos de llegar hasta allí. Porque Adrián es el último loco en tierra que me ha puesto otra vez en el camino al Mediterráneo. Un chico que nació en bicicleta y que es feliz sobre ella. Un cuarto de vida plena, diferente, auténtica, sin filtros y sin cierre de seguridad, de las que merecen la pena. Un pistorelo disparando al porvenir. Yo soy muy fan, mucho.
En este sueño azul que es la fuga de Cabrils, Adrían saldrá de Unzué, porque ya sabéis que a todos los sitios se va por Unzué, y desde allí rodaremos por la noche para ver el amanecer en el desierto de los Monegros, en la línea final del horizonte, de frente, brutal.
Imagino que me tocará ponerme a rueda y pedir tiempo muerto, porque Adrián es más joven y más guapo que yo y sobre todo anda en bicicleta infinitamente más rápido que el ultrafondista venido a menos, pero no pasa nada.
Si todo va bien, que irá, en Fraga nos espera otro loco en tierra, Miguel, si, el Pogacar del Cafenasa, para hacer los 120 últimos kilómetros, y llegar al puerto de Cambrils al ritmo de los mejores acústicos de Mikel Erentxun. ¡La vida es bella o qué!.
Yo os lo cuento, prometido, sólo tenéis que asomaros por este blog venido a menos de vez en cuando, que ya no me lee ni Blas, desde que me quité el dorsal de ultrafondista, tengo el Google Analytics que parece el Lotto o el Israel Premier Tech, vamos que milito en una segunda o tercera división de los blogs o qué se yo. Y yo no tengo un Enric Mas mejorado para que me de followers y lo de la "última bala" ya lo tengo trilladico con el “Último vuelo del hombre bala”. ¡Vaya plan!, que diría Julio del Tenis, me tendré que ir a la rotonda de Sarriguren a ver si me lleva por delante algún coche otra vez, aquél blog del atropello funcionó de maravilla, ¡joder!, con lo que me costó recuperarme, en fin. ¡Qué corto fue el amor y qué largo el olvido! ¡Maldita sea!
Willow
En previsión de qué me puedan leer mis dos jóvenes compañeros de fuga, hoy vamos a dar descanso a Mikel Erentxun, y vamos a poner un temazo bastante más joven, unas frases urgentes, directas, adolescentes como nosotros, algo tan chulo como "velocidad y motor, sudor y amor en vena". Pues venga vamos con Luna llena de Alvaro Tessa