“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

CASABLANCA ESTÁ AL LLEGAR.

De Gijón hasta dar negativo en COVID he pasado por el Tourmalet, por Viueux Boucau, el Ibón de Atxerito, he visto el Tour de Francia, en Hautacam, la borda de los Jesuitas llena de Scout en Belagua, Miguel se ha apuntado al C.C. Villavés y he decidido no correr la subida al Veleta. ¡Ah! Y también he dado positivo por COVID 19.

“Y ya está”, que dice mi amiga Juli allá por Córdoba. Este puede ser un buen blog resumen de mi vida en los dos últimos meses, cuatro líneas, cortico, sin alardes y venido a menos como yo. Un par de meses en los que he vivido unos momentazos tremendos, mejores que los de Vingengard en el Col du Granon, pero mucho mejores. Y en los que cada regreso a la rutina del trabajo, ha sido un Enric Más en pleno descenso de Aubisque, cuando la vida y el resto de corredores se le escapaba sin nada que hacer.. ¿Qué pasa? este es un blog de ciclismo, o lo intenta ser, o lo fue en algún momento, no lo sé.

Pero vamos a intentar poneros al día, y de paso cumplir la promesa azul de actualizar el blog sin dar mucha pena a la tristeza, así que venga, al lío.


De Talavera a Gijón fue como esperaba, o mejor. Recorrido diferente con el puerto del Pico que por causas y azares me ha tenido en bucle hasta hace bien poco. Adolfo, Linos, y compañía como siempre, una gozada, ni un pero, son el Jumbo Visma del Word Tour de mis fugas. Talavera brutal y la carrera a orillas del rio Tajo, y el viaje con su viento en contra, de lado y a favor, y su sol y su lluvia allá por Asturias. Porque los viajes de Adolfo tienen de todo, como la vida, porque al que no le llueva de vez en cuando que se vaya a la mierda. Porque todo aquello que no tiembla no está vivo, que dice Carlos Goñi, y dice bien, muy bien.

Y yo temblé de frío al bajar el puerto de Pajares, a cuatro grados y con lluvia, y temblé de emoción al conocer a las familias de la asociación TEA Talavera, al compartir con ellos una jornada inolvidable por Gijón, con su comida, su helado, su paseo, con esa tranquilidad que da la sencillez y la cercanía cuando no hace falta nada más que compartir, estar, acompañarnos y celebrar que todo ha ido bien y que hemos temblado como nunca. Que es la opción correcta.

Al vuelo de Adolfo, a Vanesa la feliz presidenta de TEA, a Toni y Bea, padres de Pelayo y a toda la buena gente que allí conocí les debo un blog, y una visita y quizás nos debamos otro día tan feliz como el que pasamos allí en Gijón, porque nos lo merecemos, estoy seguro. El día feliz que está llegando.

De Gijón a Col du Tourmalet, en familia, en unas vacaciones llenas de bicicletas y zapatillas, y también de playa y atardeceres amarillos, porque cada uno celebra San Fermin como le da la gana, y los momenticos de la fiesta tuvieron su base de operaciones en Luz Saint Sauver y Viuex Boucau, que no tienen nada que envidiar a la plaza del Castillo ni la del Consejo. Por más que los amigos adolescentes de los hijos, via Instagram, se empeñen en mostrar lo contrario.

Nada puede superar la cima de un coloso pirenaico en familia o el final del día sobre la línea del atlántico allá por las Landas, con una pizza y una Stella Artois, nada, ni siquiera una tarde de fiesta en los toros, como la del día 12, con los de Irrintzi y sus tres cubatas, uno por toro. Porque una retirada a tiempo siempre es una victoria, y por primera en mi vida, allá por el cuarto toro, pensé que quizás pudiera haber un mañana y que lo mejor era salir por la puerta pequeña de la plaza y entrar por la grande en casa, para asombro de Irache, que no daba un duro por tenerme en casa para las nueve de la noche.
Seguimos, tenemos otro Cafenasa en la familia, con su equipación, su bolso del Villavés, su chándal, y está a punto debutar en la categoría cadete. Llega un poco tarde, pero llega, y no tenemos claro que llegue a la meta, pero ha llegado a la salida y eso es lo que importa. Y lo bueno es que por fin tiene la determinación y las ganas de probar en el ciclismo base. Y es bueno porque todo lo que le rodea a la bicicleta en plena adolescencia, tiene que ser algo positivo, algo chulo, como un camino que sólo te depara cosas buenas, porque a la edad de un cadete nada puede ser malo. Yo le veo ilusionado y a mí me parece lo mejor del mundo. Sólo quiero que siga así.

El resto fue verle a Vingegard triunfar en Hautacam, y a Van Aert como mejor corredor del mundo, y merendar con Mikel y Tania en Lourdes, y correr hasta el Ibón de Atxerito y más allá, en busca de Iciar y el mundo Scout y su monitorado, que no enciende el móvil más que para colgar fotos en las RRSS, pero no pasa nada, porque es el mundo Scout, y todo tiene su proceso y su debate, su tiempo, y estoy seguro que de aquí a treinta años los monitores harán buena la frase del temazo del Arrebato “ponme un Whatssap cuando llegues”.

Ah! Y también di positivo, pero no por sustancias dopantes como espera alguno desde hace años, no. Di positivo en COVID 22, que es la versión mejorada del 19, es un COVID que te deja igual de muerto matao pero que, con una mascarilla FFP2, la vida sigue igual o mejor, porque trabajas igual pero la mascarilla acojona y mucho y la gente no se acerca a contar su vida ni la de su familia, por si las moscas, que dicen que es un catarrillo leve y tal pero si lo tiene el vecino de en frente mejor.

A mí el maldito virus me ha dejado sin la subida al Veleta, sin pasar unos raticos con mi amiga Juli por Granada, con unos billetes de tren para tirar a la basura, porque ir por la vida en modo “opción básica” es no tener derecho a devolver ni medio billete, nada. Y trabajando, eso sí, me ha dejado trabajando, porque es lo que tiene el COVID 22 y el periódico, que necesita más puntos que el Movistar para mantenerse a flote, así que toca remar y no fallar un día, por lo menos hasta que alcancemos la excelencia, "prototipemos" alguna idea brutal de nuevo negocio y demos con el proceso perfecto que nos haga ser más eficientes y llegar a la sociedad navarra y tal, porque el futbol es once contra once y hasta el rabo todo es toro y además si nos equivocamos no pasa nada porque lo habremos intentando, y tira “palante” que empujan atrás. Y que no pare la fiesta, importante.

Termino, cuando Diego Vasallo le enseñó la canción “Esos ojos negros” a Mikel Erentxun, en plena grabación de su primer álbum “Por tierras escocesas” en el garaje del padre de Diego, Mikel le dijo que no podía imaginar qué pintaba esa canción en un grupo como ellos, Duncan Dhu, que aquello no era ni Rock, ni era nada. A los dos años, en su segundo álbum “Canciones” fue uno de los grandes éxitos y hoy es una bandera del grupo, una canción eterna, como las Cien Gaviotas o En algún Lugar.
Felicidades Duncan Dhu, tal día como hoy, un 4 de agosto pero de 1984, comenzó su vida musical un grupo tan diferente a todo y tan auténtico como “Esos ojos negros” y que se ha hecho eterno. Hoy los fans celebramos su cumpleaños, nos lo compartimos a base de publicación y mensaje por el mundillos de las RRSS, y celebramos su nacimiento como una de las cosas más chulas que nos ha pasado en la vida, para mí, así lo es.

Muchísimas felicidades y muchísimas gracias Mikel, Diego y Juanra.

Y no tengo nada más que contar.

Bueno sí, que desde ayer que empecé estas letricas a hoy que las termino, eso de que no voy a ir al Veleta no lo tengo claro, pero ya sabéis, si me cuentas mi vida lo niego todo.

Willow
El tema de hoy va para mis amigos de Unzué, para que celebren sus fiestas con la misma ilusión que celebro yo el cumpleaños de Duncan Dhu. Para vosotros Casablanca, tocada por los tres "Duncan" treinta años después en un reencuentro en nuestro querido auditorio Kursaal. La eternidad al portador.