“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

"EL FICHAJE DE ROBERTO"

Comencé en el ciclismo de competición tarde, en la categoría de juveniles, en el Club Ciclista Villavés y con el maillot de Cafenasa que por cierto, a día de hoy todavía no he llevado otro. Un amigo de mi primo Jesús, Roberto Ustarroz, competía con ellos y por mediación de él entré en el Club. Así quedé ya marcado como “el fichaje de Roberto”. Hasta esa fecha me tiraba literalmente los domingos a la suerte de las fieras de Union Ciclista Navarra. Con 15 añicos y si tocar la bici entre semana allá que iba y a tope, hasta que duraba, luego ya volvía como podía a casa y hasta el domingo siguiente. Guardo muy buenos recuerdos de aquella época de este club cicloturista, pionero entonces de este tipo de salidas y que a fecha de hoy siguen con su actividad en plena forma.
De Juvenil no brillé especialmente, más bien pasé desapercibido, me faltaron unos años previos en escuelas para aprender a rodar en pelotón, y me sobró una tremenda adolescencia que me pegó directamente, bueno, nada nuevo a esos años. A duras penas acababa las carreras, eso las que conseguía terminar, que muchas de ellas las acababa tan rápido que nos daba tiempo a ver la llegada de los primeros.
Una Contini roja con grupo Campagnolo Athena con sus cables de freno por dentro del manillar y los pedales automáticos Time, era mí máquina. Acero puro y duro y gracias. Con cubiertas, que aunque se llevaban los tubulares para las carreras o se pegaban bien o corrías el peligro de que se salieran y casi siempre era bajando en alguna curva.
Me acuerdo cuando me llamó Pepe Barruso para darme la ropa. Maillot corto y largo y un culote corto y otro largo, todo usado por otro la temporada pasada, nada de chándal, térmico ni calcetines. Pero que contento y orgulloso llevaba la ropa del Cafenasa-Villavés.
Allí coincidí con gente de todo tipo, los cracks del equipo eran Michel Malumbres y Kike Embid, luego estaban los Vidondo, Candi, Asensio, Beloqui, (con el que hice muy buenas migas), Marín….. y uno que destacaba por su habilidad con la bicicleta, sobre todo en los descensos, Juan Unzué, era capaz de recuperar varios minutos al pelotón en la bajada del puerto de Erro, ahora le pega y muy bien a la Mountain Bike con otro ex corredor del UDC Chantrea reconvertido a locutor de carreras y presentaciones, mi amigo Josetxo Buján.
Como directores José Luis Sagasti, un hombre de fuerte carcajada que domina cualquier tema de conversación y que tenía una paciencia infinita con todos nosotros y José Ignacio Urdaniz (katxorna) una enciclopedia andante de ciclismo, bueno del ciclismo y de cualquier tema, que ejercía de poli malo pero que era más bueno que las pesetas y tenía todo nuestro respeto, además había sido el entrenador de Miguel Induráin que por aquel entonces estaba a punto de ganar su primer Tour, para nosotros era la leche.
Yo no era buen ciclista, ni constante en los entrenamientos, pero me gustaba andar en bici y me lo pasaba bien en los viajes a las carreras en aquel Seat 132 con la canción de “la cucaracha” en la bocina. Eso si la carrera era por la tarde, cuando tocaba por la mañana la cosa solía ser peor, me explico. Por aquel entonces, como ahora tenemos otros, había unos rituales de alimentación que seguir y lo que tocaba era desayunar tres horas antes de la carrera pasta con tortilla y un buen tazón de leche con cereales. A esto hay que añadir que la noche anterior cenabas más pasta y una chuleta (en mí caso). Todo acompañado con una buena ración de nervios pre carrera. El colapso digestivo no se escapaba y si la carrera era al otro lado de Velate la cosa se complicaba más. Ah! Y en el botellín Isostar con ceregumil. Con todo esta comida creo que ahora podría llegar de Pamplona a Peñíscola fácilmente.
En el apartado de entrenamientos destacaba el entrenamiento invernal, se recomendaba montar el llamado “piñon fijo” que no era más que dejar el plato pequeño 42, porque entonces no existía el 39, y en la piña un único piñón, el 17 creo. Con lo que asegurabas ir atrancado en todas las subidas y no poder avanzar en el llano ni hacia abajo, si ya por entonces no lo tenía claro, ahora menos.
Hablando de desarrollos, recuerdo subir el Tourmalet, por el lado de Luz St Sauver, con 15 años sin preparación, con la mítica Marotías de mi padre vestido del Kas y con el 42 x 21 como máximo desarrollo y al día siguiente Luz Ardiden con un maillot de manga larga de lana del mítico Super ser. Atrancado no, lo siguiente. Pero bueno, aprendimos de aquello y ya con 18 años el bueno de Gerardo Maquirriain, el mejor mecánico que he conocido y amigo personal de la familia, montó un piñón de 23 dientes para repetir faena, esta vez por el lado de La Mongie, y el resultado…pues igual. Con las piernas como piedras hasta arriba.
Era otro ciclismo. Como para hablar entonces de pulsaciones, potenciómetros, dietas y transmisiones de fuerza, anda ya!. Aunque la base es la misma, cuidar el entrenamiento y el peso. Aunque efectivamente los métodos son claramente mejores.
El caso es que me lo pase tan bien esos años, sin destacar deportivamente, que luego me quedé otros 17 más llevando a las escuelas de ciclismo entre semana, a los juveniles (el equipo Cafenasa, claro) y de paso la contabilidad del club. Un club en el que todavía echo las manos que puedo y que tiene grandes personas e historias como para otras entradas del blog, que las haré.
FOTO: EQUIPO JUVENIL DEL C.C. VILLAVES TEMPORADA 1990 (Beloqui, Marín, Jimenez, Iriberri, Malumbres, Asensio, Unzué, Vidondo, Embid, Cándido Jimenez, Sagasti y Asio ilarraz)