Lo dejamos en unas horas familiares en Cambrils, después de llegar en bicicleta desde Pamplona, más feliz que cuando celebramos la infinita adolescencia con el Tuso y sus secuaces a pocos kilómetros de allí, en Salou.
El pequeño contratiempo de Flix ya se me había olvidado, y además, la familia había llegado con la furgo nueva llena de Adblue y de merluza que había preparado mi madre, a la que prometí hace un par de años que iba a dejar de hacer estas cosas raras de hombre bala y que por alguna razón que no entiendo, nunca me creyó.
Sólo quedaba la última parte de la fuga, quizás las que más me motivaba, correr la media maratón de Cambrils después de haber pedaleado 400 kilómetros para ver qué pasaba con mi vida, para buscar alguna sensación nueva, algo posible, porque es el año de las cosas posibles, pero también diferentes.
Y fue diferente, si, radicalmente contrario a lo que esperaba. En mi mente había dibujado un ratico corriendo a pleno sol por el mediterráneo más familiar, con la música y la familia esperando en la llegada. Una vida a todo color (un saludo Leire Martinez), una réplica de mis momentos felices por las murallas pero con un ojo puesto en el tiempo y con un dorsal en el pecho de mi camiseta de Phelan Mcdermid.
Dos puntos diferentes, tiempo y dorsal, dos actores que había echado de mi vida, que es la opción correcta si quieres vivir centrado en un buen amanecer y los acordes de una canción para dos. Dos peligros de vida que en poco menos de 60 minutos terminaron por arruinar la fiesta en la que se había convertido el fin de semana, porque los 34 minutos restantes hasta llegar a meta, los pasé centrado en terminar aquello, intentando olvidar que mis cuádriceps habían decidido que yo seguía siendo ciclista y no un runner de la vida.
En resumen, perdí el partido sin tocar el balón. Punto. Entraba dentro de las opciones fallar en las intensidades con el ejercicio, porque es un fallo de juvenil, así que puestos a fallar me parece un fallo chulísimo. Porque no puedes ponerte en zona 5 durante una hora en un deporte en el que no has pasado de la dos. Juvenil de libro.
Hasta aquí la realidad de lo que pasó. Lo asumo, no pasa nada, el domingo andaba endorfinado todavía, el lunes con agujetas, el martes conseguí llegar al periódico en bicicleta y ya el miércoles decidí que la culpa no era mía, eran las zapatillas, seguramente el vaso de Zolina, el Veleta y las murallas, habían terminado con su amortiguación, y entonces de repente (otro saludo a Leire Martinez), vi las nuevas Hoka Clifton 8, con un azul clarico brutal en mi tienda de referencia, A4xkm, y pensé que con esas zapatillas nada podía fallar, así que esa misma noche ya dormían en casa, junto a la Pinarello.
Estoy dispuesto a ignorar las pocas señales negativas que he tenido este fin de semana, porque de 17 horas y media de ejercicio, tan sólo me ha sobrado media, así que si lo pensamos bien, ha sido todo un éxito. Y porque media hora con dolor de piernas no es nada después de llegar a Cambrils en bici y correr una media maratón. Y porque, salvo una carrera, nunca me ha salido nada bien a la primera, cosa que me parece un acierto, porque te deja unos puntos suspensivos para inventarte el final que te dé la gana y volverlo a intentar.
Hoy he vuelto a salir con la bicicleta, suave, sin viento, ya casi no tengo ninguna molestia del fin de semana ni recuerdos malos, se me está olvidando todo, y lo poco que recuerdo, se me olvidará el domingo que viene en el auditorio Kursaal de San Sebastián, donde Mikel Erentxun estrena en directo su “Amigos de guardia”, con Diego Vasallo y Kike González como invitados.
Para Irache y para mí será nuestro concierto número tres mil, calculo, para Mikel especial, porque llenará el Kursaal, tocará con su banda y repasará sus grandes éxitos. Él ha dicho que se lo toma como un “autohomenaje en el que va a ser feliz” y yo tengo muchísimas ganar de verlo, porque estoy seguro que va a ser un rato eterno, otra vez.
Willow
¡Perdón!, termino. Para acompañar este blog, vuelvo a esas rarezas fundamentales de Mikel Erentxun, “Acuérdate”, un temazo que yo descubrí hace pocos años y que mi amiga Arantxa fijo que la conocía desde su inicio, porque aunque os parezca mentira, creo que ella es todavía más fan que yo de Mikel Erentxun. Va sin imágenes, es sólo para los muy fan que suben el audio y cierran los ojicos y se dejan llevar a cualquier sitio que no sea Flix, claro.
Vuelvo a terminar: Me acuerdo que una tarde en la Race Across América, le pedí su mp4 para escuchar su música y distraerme un poco de la carrera, Aquél rato me llevó a unos temas de Mikel que no conocía, y que luego he ido recuperando, uno de ellos, creo que es este “Acúerdate” y otro “Locuras” que compartimos el otro día.
Arantxa, amiga buena, te pego un toque y me cuentas ¿vale?.