“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

AHORA QUE NO HAY MÁS DESTINO QUE EL CAMINO EN SOLEDAD: DE LOCOS

A Leire, la cantante de La Oreja de Van Gogh, no le sale nada bien. Mira que es majica y guapa y dulce la chica, pero le pasan todo cosas tristes. Por lo menos en sus canciones, y claro, ahora que el grupo va cumpliendo años le va llegando un aroma de nostalgia a las letras que la isla de Santa Clara parece el muelle de Oceanside, de locos.


Y a veces empieza bien, y se viene arriba cuando conoce a un chico en la barra de un bar o le escribe a una playa, o cuando le parece que las noches no mueren, y vive la historia de amor perfecta una y otra vez, pero nada. O se tiene que marchar o la pobre se queda viendo la vida pasar en un portal esperando por el resto de su vida. Eso o guardando fotografías, millones de fotografías para recordar lo feliz que fue una vez y cómo llora el río porque nunca volverá. Es tremendo.


Hasta dice que tiene abierta la ventana para que se escape el tiempo sin ver a su chico, y que se hará inmortal si hace falta y nada, vuelta a guardar los besos malditos en los rizos de su pelo y sigue con la vida que le recetaron, mientras parpadea rápido para disimular que está llorando. ¡Pobrecica mía!.


Yo creo que la culpa de todo este despropósito la tiene Pablo Benegas, es el guitarra y letrista de muchas de sus canciones. Me cae muy bien, tiene una sonrisa que es un disparate y toca la guitarra casi tan bien como Mikel Erentxun. Me he hecho fan, pero no le da tregua a Leire.


Pero me gusta el grupo, me gusta Leire Martinez bastante más que Amaya Montero, tiene la voz mucho más clara y más chula. Soy “Leirista”, porque creo que le ha dado un puntazo al grupo y que lo ha sacado del tono pastelón que tenía antes. Y me gusta mucho las letras de sus últimos discos, porque de vez en cuando te saltan unas frases buenísimas.


Hace más o menos un año, mi amiga Raquel me dijo que no había nada malo en que me guste la Oreja de Van Gogh, y fue más allá, me dijo que a ella también le gustaba, pero la cosa no quedó allí, que va. Decidimos hacer nuestro el temazo de “Inmortal”, como una “canción para dos”, ese tema de Mikel Erentxun, desconocido para muchos pero para mí en el mismo lugar que los Vasos de Roma y Ginebra.

Así que este año, por Córdoba, Paris, Mallorca, Alicante, Almería, Cambrils, en lo más alto del pico Veleta o en Santiago de Compostela había Cometas por el Cielo, y Leire y su banda le daban relevos a Mikel Erentxun y a mí me hacían ir más rápido y más contento y vivirlo todo con muchísima intensidad.


Se termina un año en fuga, que no he parado, el año de los “Amigos de guardia” de Mikel Erentxun, el año que subí a un escenario a cantar “Libélulas” con él. El que me ha llevado por las murallas de Pamplona con el temazo de “Intacto”. En el que mis amigas de Unzué llevaron su sonrisa hasta Estambul para enseñarme el Bósforo y la puerta de Santa Sofía.

Termina un gran año.
Y termina en los balcones infinitos de Igueldo, donde Mikel Eretnxun grabó el eterno “Mañana” que no es una canción, es un himno de brazos abiertos a pleno sol, porque siempre queda la mañana de mañana junto a ti, que es una forma brutal de terminar una canción y un año. (Toma nota Pablo Benegas de cómo se termina un temazo)

Pero mi cabeza y mis planes van por libre y a toda leche, con el viento a favor, así que ya veo un comienzo de año por Barcelona con el ultrafondista venido a menos y su desdichada familia viendo la vida pasar por la Barceloneta, el Tibidabo y la tienda de bicis “Velodróm” que por lo visto son distribuidores de Rapha, que si como dice La Oreja de Van Gogh “ya no hay más destino que el camino en soledad”, pues por lo menos que nos pille con un chubasquero de Gore Tex azulico y a Irache con unos guantes de invierno a juego con su térmico rojo. Digo yo.

“La felicidad es un maquillaje de sonrisa amable desde que no estás”…no me jodas Pablo, un poco de alegría ¿o qué?.

Willow