Las penas llegan, las flechas vuelan, la vida avanza con el labio partido.
Confieso que tengo tres blogs abiertos de par en par, como los brazos de Mikel Erentxun en Igueldo en el video de “Mañana”, con esa risa a pleno sol. Tres comienzos que no he conseguido cerrar, porque cuando estaba a punto de cerrar un círculo, el día siguiente me plantaba otro delante y como soy disperso, me olvidaba del anterior y me iba con el del día y así con hay forma de escribir nada coherente.
Empecé el lunes cuando mi rodilla derecha levanto la bandera roja y allá por las murallas me dijo que aquello de "no parar ni para tomar impulso" era una de las grandes mentiras de mi vida, y por primera vez en mis treinta años, porque tengo treinta, me tuve que ir a casa, con la luna a cuestas y el agua al cuello y un dolor que casi tengo que coger el autobús.
Mi cabeza, que va a mil por hora, como el austriaco Strasser con su Specialized, empezó a hacer todo tipo de diagnósticos en el camino de regreso, que si cartílago roto, luego pensé que era menisco, que no se ni lo que es pero la gente se lo rompe de forma compulsiva, de allí pasé a los ligamentos, y empecé por el interno, del interno al derecho, luego tuve claro que era el cruzado y luego pensé que lo mejor iba a ser operar, porque lo de empezar con ejercicios a reforzar la zona no me iba a ir bien y Juli y el Veleta están a la vuelta de la esquina, si mejor operar.
Aquella tarde la rodilla seguía con la bandera en alto pero yo decidí subirme al rodillo. Encima de la bicicleta la vida siempre es bella y yo tengo una Pinarello F10, y quizás pedaleando con Mikel Erentxun los ligamentos estén perfectos y mi menisco sea un gran menisco, pero no.
Así que decidí bajarme del rodillo empezar a escribir que el cielo es del color de las hormigas y la vida no es bella.
Al día siguiente, por segunda vez en mi vida me paré a pensar como un hombre mayor que soy, en plan adulto, como si llevara paraguas por la vida y seguro a todo riesgo y decidí descansar el resto de la semana. Y fue entonces cuando empecé el segundo blog. El sofá de mi casa, ese gran desconocido.
Pasaron tres días y la rodilla iba retirando la bandera poco a poco, y yo iba de mi corazón a mis asuntos, la idea del quirófano ya la descartaba y mi diagnóstico tiraba más por una tendinitis rotuliana, la que tuvo Xabi Zandio cuando era juvenil. Esa era una buena lesión para tener. Porque Xabi es tan bueno y tan majo que puestos a elegir una lesión pues que mejor que la suya.
Y llegó el viernes, y salí de paseo hacia las murallas, de noche, solico, y al pasar por el Casino Eslava en la plaza del Castillo me acordé de una de las nocheviejas más memorables que he pasado, fue brutal. Y de repente vi a Cano disfrazado de agente especial SWAT, a Kike de Blancanieves, al Juan Luis de Aguilucho, supongo, y a mí de vigilante de la playa, pero no David Hasselhof, no, yo era Pamela Anderson.
Y viendo aquellas cristarelas pude ver a Cano con las mechas de sus petardos fuera de los bolsillos de su chaleco de ataque y pidiendo fuego para fumarse la vida. Y recordé el momento en el que decidimos volar los cristales con los petardos para saltar a la calle después, como en las películas, porque la noche era joven y nosotros también y dispersos.
Aclaro que no reventamos los cristales, o eso creo, y si lo hicimos no me acuerdo, además han pasado tantos años que aquello ha prescrito fijo.
Así que cuando llegué a casa decidí empezar a escribir otro blog, el tercero, para contar aquella noche joven que no moría nunca y que acabó con nosotros en urgencias, nada grave, porque con esas pintas nos fuimos a desayunar después.
Y así hemos pasado la semana, con tres blogs de brazos abiertos, y este cuarto, azul y feliz. Porque ayer decidí que ya no tenía tendinitis rotuliana como Xabi, ayer vi claro que ya estaba totalmente curado, que la vida era bella, que había terminado de llover y era hora de que Juan Unzué me sacara cinco horas a pasear la Pinarello. Así ha sido. Bandera al palco y seguimos bebiendo vasos de Roma y Ginebra.
Luego dicen lo de salir de la zona de confort, vaya semanita. La verdad es que hace mil años, vestido de Pamela Anderson, no me pasaban estas cosas, eso sí, tampoco tenía blog, ni era ultrafondista, ni hombre en fuga, me pasaban otras, pero eso ya lo escupí hace un par del blogs.
Termino, advierto que ya ando preparando la quinta entrega de la semana, va sobre mis amigas de guardia de Unzué, que se llevaron el disparate de sus risas desde aquí hasta Estambul, como el Mediterraneo más azul y chulo, el de Serrat, y se trajeron unos pistachos de vuelta y la sonrisa, porque esa no falla, es eterna, no como mi rodilla y su maldita bandera.
...y mañana lunes ¡Ay Dios!
Willow
P.D.: Me repito con el temazo, los Vasos de Roma y Ginebra, perdón, pero es tan chulo y en este acústico le pone tanta ilusión que he decidido que sea el siguiente tema que cante con él. Porque a la RAAM ya no volveré pero al escenario con Mikel Erentxun está claro que si, como a Santiago de Compostela.