“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

PICO VELETA: SUPERVIVIENTE SI ¡MALDITA SEA!

Mira que tengo pocos fans en el blog, como cuatro o cinco tirando por lo alto, seis cuando Cano se viene arriba y siete si contamos que Adolfo me lee cuando escribo de nuestros retos solidarios, o los suyos, porque el solidario es él, yo sólo le quito el viento y poco más. Bueno, pues uno de ellos, Migueltxo , me ha tenido toda la semana con el blog de Veleta a vueltas, que pesado, no lo aguanto, y encima es fan de Contador, es que lo tiene todo el cabrón. Le salva que suele pagarme el café en Zubiri y a veces me suelta algún a frase para poner por aquí, pero nada más. Bueno y que tenemos su furgoneta a medias. No, si ahora que escribo todo esto al final va a ser un buen tipo….

Pues al jaleo, venga. Vamos a por mi primera carrera a pie y a lo grande, la subida al Veleta de 50 kilómetros, desde Granada capital hasta arriba del pico, a 3300 metros de altura. Subida sin parar, sin descanso y sin anestesia, brutal, un auténtico despropósito de carrera, mi vida estaba lista para poderme estrellar. Sentía viajar en el AVE a 300 kilómetros por hora hacia mi punto final de los finales, y sin embargo viajaba con la cara manchada de felicidad.

Aitor, Edurne y Ramón de la tienda A4XKM me enviaron con todo lo necesario, equipado de arriba abajo, las zapatillas HOKA correctas para mí, mochila de trail, tubo de magnesio, pastillas de sales…me dejé llevar pero bien, hice lo que me dijeron que tenía que hacer, porque me bajas de la bicicleta y no entiendo de nada. Me fio de ellos, tienen experiencia. A Aitor y Edurne los tengo yo, pero a Ramón lo tenéis todos a vuestra disposición en su tienda. Creo que tiene un par de máster en el mundillo de las carreras a pata, te explica lo que necesitas, lo que te hace falta, ni más ni menos y te lo razona, comercio cercano, tan fiable como un consejo de Perdi. Os lo recomiendo al 100%, palabra de hombre bala.

La previa de la carrera fue como aquellas primeras carreras de la Copa del Mundo de Ultrafondo, en las que no tenía ni idea cómo iba a terminar todo aquello. Me volvió a esa incertidumbre, a la felicidad del final incierto. Porque los 2200 kilómetros de aquella Race Around Austria eran otra vez los cincuenta del Veleta, lo mismo, en ninguna de las dos me veía en la llegada, la posibilidad de verme muerto me daba vida. Me encanta.

La subida fue un subidón, no por la distancia, ni por la pendiente, cualquier ultra trail de los que corren mis influencers particulares son mucho más largos y duros, pero pasar mi frontera de los 25 kilómetros y seguir corriendo, y así los treinta, cuarenta, cuarenta y cinco y hasta arriba, aquello fue un subidón de energía o autoestima o satisfacción o qué se yo brutal, algo que no experimentaba desde hacía mucho tiempo, demasiado.

La gracia de hacer el Camino de Santiago sin parar es ver si vas a llegar hasta allí o te vas a quedar por Sahagún mirando hacia la nada, o te va a salir el lobo de Rabanal del Camino o te va a llover bajando O Cebreiro a tres grados o qué se yo que putadas más te pueden pasar, pero si sabes que puedes con todo eso, el Camino de Santiago se convierte en una salida cicloturista maravillosa pero con un final seguro y eso es un desastre, sabes que nada de va a sorprender al hacer 780 kms sin parar, creedme que la felicidad de mi primer Camino fue muy superior al resto, y llevo ya cinco, se de lo que hablo.. Por eso tengo envidia cuando acompaño a los cicloturistas que quieren llegar a los 200 kilómetros, y cuando llegan tienen la felicidad plena de la adolescencia, que es la que tuve yo arriba del Veleta. La que nos da la vida, porque saberlo todo en la vida es una mierda y muy aburrido y el magnesio con las pastillas de sales a 3000 metros son demasiado buenos como para no intentarlo.

Pues nada, ale, subidón guapo ¿o qué?. Que nadie se venga arriba y piense que me voy a enganchar al mundo ultra trail, para nada. Mi piernas tiene tantos kilómetros de bici que no me dan para bajar una montaña corriendo, ni siquiera para hacer una maratón en plano. Poco a poco las voy cambiando en mis carreras por las murallas de Inma, pero muy poco a poco, por eso elegí esta carrera, porque era todo subida y porque por Juli merece la pena cruzar España a 300 por hora directo al desastre sin pensarlo dos veces, dejándome llevar como dice ella.

La semana terminó con tres días en Paris, mi Paris, pero el Paris familiar, también novedad, porque aquí el ultrafondista venido a menos tiene ya en su mochila cinco Bordeaux Paris y tres Paris Brest Paris, pero la vista de la ciudad desde los ojos de Miguel e Iciar es diferente, y las carreras al amanecer por los jardines de Trocadero con Irache son eternas, aunque me lleve a mil.

En cinco días tenemos nueva fuga, esta vez con los cicloturistas del Club de Tenis con Daniel Ruano a la cabeza y la ELA por bandera. De Pamplona a Cambrils para juntarnos allí con las jornadas que los de ELA de Cataluña han organizado para visibilizar esta enfermedad. A Cambrils, Salou o Peñíscola he ido como mil veces ya, pero esta vez es diferente, viajo con ellos, y también con un par de Unzué, Juan y Joaquín, que no son parientes pero son muy majos y me hace mucha ilusión ver el amanecer después de Gandesa con ellos.

Termino, que se me ha vuelto a ir de líneas, pero qué queréis, ha sido una gran semana. Septiembre lo tengo libre, habrá que buscar algo, quizás unas Landas en familia, que este año no he visto la puesta de sol en esas playas y mi amiga Raquel tiene un master en atardeceres y hace unos fotones tremendos, así que necesito material guapo pero de forma urgente.

En octubre pinta que vuelvo para Almería, dice Adolfo que hay un Congreso chulo que tenemos que ir, no lo sé, yo creo que iré, Quini me debe una canción de Mikel Erentxun y Curro Huete un abrazo de los suyos y quizás al volver pasemos por Cabra, seguro en los ojos de Juli todavía es verano. Ya os lo contaré.

Subida al pico Veleta: Superviviente sí, ¡maldita sea!, nunca me cansaré de celebrarlo.