“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

SIN KOMS A LA VISTA. ¡MALDITA SEA!

Estaba mirando a la cuneta y no lo vi venir, pero llegó, saludó y se fue, adiós. Si lo veo llegar la historia tampoco había cambiado mucho. Aquel tipo iba más rápido que Strasser en ese primer golpe de carrera brutal que tiene el austriaco.

Al principio pensé que era un farol, uno de estos que se viene arriba rápido pero que dura menos que una Napolitana de chocolate en el Taberna de Lezkairu, el minuto bueno y poco más. Como no me gusta coger rueda le dejé unos metros y me limité a esperar el inminente estruendo físico del colega.

Pasó el tiempo, bueno, en realidad un par de minutos fueron suficientes para darme cuenta que la pequeña “mascletá” me iba a llegar a mí, así que rápidamente me auto convencí que había salido a rodar y a tomar el sol, de risas, ya sabéis, los manidos “jajaja” y “ jejeje”, que aquello no iba conmigo, me quedé trabajando en mi huerto de excusas. Pero en realidad no podía más. Muy cicloturista todo.

Era miércoles y si mandamos el tema trabajo al fondo del Ibón de Anayet, el día estaba siendo bastante bueno. Había corrido a pata una hora antes de trabajar por las murallas de Pamplona y luego en la bici rodaba con el plato grande y relativa facilidad, feliz de comprobar que podía hacer los dos deportes sin apenas molestias.
Justo antes de que nuestro Egan Bernal navarro tuviera a bien quitarme las pegatinas de la Pinarello, había comprobado que rodaba a 32 kms/ h de media y todavía me quedaba el terreno favorable hasta casa para subir la media. Era como en los buenos tiempos de hombre bala.

En algún momento el cicloturismo ha cambiado, las velocidades han subido, hemos pasado de mirar los campos verdes a mirar la potencia, y la pulsación, y hasta la excusa mundial del “no tengo tiempo para entrenar” ha pasado a “salgo a pasarlo bien”, como diciendo, el día que salga a cara de perro te paso por encima mientras eres consciente que ese día no llegará nunca.

A mí todo esto me ha pillado distraído, a mis cosas, ¡qué se yo!. Van para dos años de mi último vuelo como ultrafondista en Suiza, dos años en los que he ido dando tumbos, entre carreras a pie, retos solidarios, y fugas compulsivas a cualquier lugar. Y de repente sales un día a 32 de media y te pasan, y la diferencia de velocidad es tan grande que los pierdes de vista. Adiós.

32 de media es suficiente velocidad como para que la vida sea bella y a 35 ya ni os cuento, que se lo pregunten a los Iruñako, el problema de todo esto, si es que lo hay, es que por lo visto con esa velocidad ahora se milita en segunda división.

Jugando en primera están el mundo Koms, gente que hace entre 38 y 40 kms/h de media. Cuentan que aquí por Pamplona “Los Olloqui” son los nuevos “Iruñakos” pero mejorados, destrozan Koms como quién se toma cervezas en la terraza del Bidezkairu, sin pestañear y día tras día. Admiro su insistencia y su determinación, además me parece muy majos porque siempre me saludan (cuando me pasan, claro).

Es un ciclismo que me queda lejos, y no me interesa mucho, la verdad, es una nueva variante que el mundo de las redes sociales está alimentando pero bien, y una realidad que va teniendo muchos fans. Totalmente respetable porque ir a 40 de media durante una hora es el mismo sin sentido que pedalear dos días sin parar. El sentido de todo esto es que la bicicleta te devuelva la sonrisa al final del día y cada uno es libre de jugar con la velocidad y tiempo para ser feliz.

El motor de mi vida ha sido la distancia, guardo muchísimo mejor recuerdo de cuando hice noveno en Austria tras alcanzar la barrera de los 2000 kilómetros en CRI que el tercero en el Campeonato de Europa de 24 horas rodando a 35 km/h de media. La vida es infinitamente más feliz rodeando un país entero que metido en un circuito de 11 kilómetros durante 24 horas.

Ahora que nadie se corte en la carretera si me tiene que pasar ¿vale?. Que no me sienta mal. Saludar, eso sí. Prometo no cogeros rueda. Y si me dejáis por ahí tirado no pasa nada, estoy preparado, pensaré que yo salgo a disfrutar y vosotros no, el cicloturismo está lleno de excusas para llegar siempre con el triunfo a casa, y yo llevo demasiados años encima de la bicicleta, me las sé todas.

El temazo de Mikel Erentxun de hoy va para David Velaz, un amigo de guardia que se asoma al mundo del cicloturismo con una sonrisa y una Specialized. David, prepárate que en un mes cruzamos la frontera de los 200 kilómetros, eso sí, ten claro que conmigo no hay ni rastro de koms pero tengo historias como para hacer mil millas sin que te aburras.

Willow