Me encantó leer esta semana que la Pescadería Olaverri cumplía los 50 años. Me imagine a Mari Carmen Olaverri con esa sonrisa permanente en su cara escribiendo esas letricas contando el cumpleaños. Llena de ilusión, de emoción y de orgullo familiar de ser nieta de Marcelino e hija del imborrable José Ignacio y de Juani. Y de continuar con el negocio familiar.
Me la imagino feliz y sonrío yo también. Y también ríen en el Club Ciclista Villavés, y en Villava, seguro. Porque la trayectoria de la Pescadería va unida a un compromiso familiar con la gente, con su pueblo, con Villava. Por eso en Villava el día 26 de enero fue día grande.
Llevo unos días en bucle con la Pescadería Olaverri en la cabeza. Esta semana de celebraciones han vuelto a asomar unas cuantas fotos de los equipos del Villavés, de las escuelas de ciclismo, de aquella Ford Transit de la que nunca me atreví a tirar la cinta de los éxitos de Rocío Durcal y de mis veranos trabajando con los Olaverri por la ruta del Camino de Santiago.
Una carrera de Ultrafondo la de los Olaverri, y la de su colaboración con el club, con nuestro club, el Club Ciclista Villlavés. Un compromiso que nace en 1986 nada más y nada menos. En el año que Greg Lemond le birlaba el Tour a Hinault, el mismo que Patxi Sorbet ganaba 12 carreras en Juveniles y Martín Ahechu se llevaba un par en cadetes.
Aquel primer equipo de Pescadería Olaverri pedaleaban gente que por varios motivos ha dejado una huella bastante chula en mí, como Juan Unzue, Oscar Asensio, Javier Unzue o Chema Garcés entro otros.
Bueno, pues desde entonces todos y cada uno de los años Pescadería Olaverri, la familia Olaverri, ha seguido con un compromiso a prueba de bombas, con una sonrisa y sin fecha de caducidad, como una Race Across América que no termina nunca. Como el mejor de los sueños.
El bueno de Jaime Oroz lo resumía el otro día muy bien, dando tres veces gracias como un gracias sin final. Porque este tipo de compromisos, como Beola Motor o Cafenasa con el Villavés, saltan de la lógica para instalarse en un escenario que sólo pertenece a la gente que está bastante por encima del resto. Son una historia que se escribe día a día de una forma impecable. Ahora que las grandes empresas viven instaladas en eso tan manido y a veces vacío de “buscar la excelencia” deberían mirar en estas empresas familiares que además de generar un negocio durante 50 años, generan también muchísimo cariño y un reconocimiento generalizado y eso es otro nivel.
Me vengo arriba, lo sé. Pero me lo pasé muy bien los 16 años que estuve con las escuelas del Villavés. José Ignacio además de darme curro los veranos me daba muchísimo trabajo en el Villavés, como Pepe. Cada vez que escuchaba eso de "hay que hacer" yo ya me iba poniendo en marcha.
José Ignacio y Juanita fueron los primeros jefes que he tenido y desde luego los más especiales. Tuvieron mucha paciencia conmigo, tenía cierta tendencia a liarla preparando los pedidos mientras ellos iban a por el género de madrugada. Las jornadas terminaban comiendo en su casa antes de volver a la mía y volar al Club a seguir haciendo cosas. Porque así son los Olaverri-Igartua, una familia con los brazos abiertos.
No me gusta mirar hacia atrás, no lo llevo bien. El paso de los años me empieza a agobiar. Se llama cronofobia, creo. O eso le escuche a Mikel Erentxun, que anda como yo. Mis años y mi vida han sido el Villavés primero y el ultrafondo después. Tengo a buen recaudo el 2012, en agosto de ese año nos dejó José Ignacio y a las dos semanas corría las 1001 millas de Italia. Tengo el recuerdo de pensar mucho en él durante esa carrera, muchísimo. Es una pregunta que siempre me hacen, en qué pienso tantas horas en la bicicleta. Pues en aquella prueba Olaverri me ocupó por lo menos 500 millas, si no alguna más.
Termino, si os ha gustado esta historia os encantará la de Pepe Barruso, pero para eso necesito como tres o cuatro entradas al blog y estar un poco más contento de lo que ando últimamente. En el periódico andan buscando la excelencia también pero les está costando un poco más que a los Olaverri, espero que la encuentren pronto porque por primera vez en mi vida comienzo a estar cansado.
Gracias, gracias y gracias y a por otros cincuenta años más.
Willow
Perdón por repetir canción en este blog. No volverá a ocurrir. Pero me parece la mejor opción para acompañar esta historia. Un temazo luminoso y azul. Los acordes del comienzo me tienen loco y lo de "la mañana de mañana junto a ti" eso es eterno.