Os dije que os portarais bien, que no hacía falta celebrar la no navidad, que os cuidarais para así cuidarnos todos. Que tenía grandes planes que no podían esperar mucho. Pues nada. De vuelta de la navidad nos vamos directos a por la tercera ola. Muchas gracias.
Porque yo por supuesto lo he hecho todo bien, lo tengo claro. Esto es como la movilidad sostenible en Pamplona, el problema está en el otro siempre porque todo es igual siempre y esta pandemia mundial ya viaja a la par de la movilidad sostenible, por lo menos en Pamplona, cada vez tenemos más expertos y todo el mundo ve el problema en el vecino. Y al loro que nos viene el tema vacuna, que me asomo a las redes y leo a ultrafondistas de la vida diciendo eso de “que se ponga la vacuna su madre”. Todos preparados en todo hasta el infinito y más allá. Como vivir en un “y yo te digo más” permanente. ¡Qué aburrimiento!
Y yo que nunca he sabido de nada y ni quiero, porque saber de todo tiene que ser una mierda y muy aburrido, lo único que tengo claro es que comienzo una semana de vacaciones en la que no puedo salir de Navarra y encima con un toque de queda de 11.00 h de la noche a 6.00 h de la mañana y Navarra se me queda corta y pedalear 17 horas no está mal, pero 24 con amanecer incluido es una fiesta.
Y quería vivir estos días libres bien lejos del periódico, a mil millas y más de él, corriendo al amanecer por alguna playa del mediterraneo, conociendo los puertos de valencia con Dani, el presi del Tenis que desayuna Kiwis de forma compulsiva y descubriendo la sierra de Cabra (Córdoba) con Juli.
Y ahora me veo haciendo una Race Around Navarra por el límite más límite de la provincia para ver si me canso de una maldita vez, que pinta mal, porque encima me hacen parar en un hotel a dormir de once a seis de la mañana. No me jodas, ¡Maldito toque de queda!.
Veremos dónde acaba todo esto, porque un hombre en fuga en pleno confinamiento perimetral es una bomba de relojería. Estoy como a ralentí, cargando motores y cuando levanten el confinamiento no sé qué va a ser de mí. De la última apertura de movilidad acabé en Santiago de Compostela cruzando las provincias sin parar ni para tomar impulso y ahora me veo peor, quizás de esto salga por fin ese Pamplona Cadiz que se me ha resistido siempre.
De momento hoy ya han caído 110 kilómetros en la bici con mi amigo Juan Unzué y ahora me voy a correr por la vuelta del Castillo de Pamplona, sin Garmin y con Mikel Erentxun, porque por fin he logrado correr sin dolor, y sin dar mucha pena a la tristeza. La clave ha sido dejar de ver tiempos y distancias y centrarme en disfrutar al ritmo de la Gibson de Mikel y repetir entre cuatro y cinco días a la semana.
Y como cada vez corro más pues voy peor con la bicicleta, así que he conseguido hacerlo todo mal, correr y bicicleta, pero como no tengo Strava no pasa nada. Nadie se entera y así me puedo perpetuar en el ultrafondista navarro mega crack y máquina por los siglos de los siglos, Amén.
Os dejo, portaros bien, de verdad, que lo tenemos que hacer bien para que se acabe esta mierda de una vez. Y lo tenemos que hacer nosotros. Sin tener que estar todo el día rozando la ilegalidad y mirando la grietas de las normas para colarnos por ahí. Que vamos directos a extinguirnos como sigamos así y encima lo haremos todos juntos en un centro comercial, lo veo.
Willow.
P.D.: Esta entrada en el blog no es muy buena, lo sé, pero va dedicada a mis amigas Pili y Almudena, con todo el cariño del mundo, cuatro cajas de galletas de mantequilla, dos millones de fotos ridículas y muchas frases mudas entre tazas de café. Para vosotras, amigas de guardia.