Desde hace algo más de un año tengo una camiseta blanca con el dibujo de un niño con capa de super héroe, a la espalda pone Phelan McDermid.
Hay muchas camisetas en España y en todo el mundo y en cada una de ellas el niño tiene un nombre, el de mi camiseta se llama Sergio y vive en Cabra (Córdoba).
La camiseta vino de la mano de una nueva amiga, Juli, la madre de Sergio. Es mi nueva mejor amiga a mil millas de aquí. Adolfo, mi ultrafondista solidario de referencia, cruzó nuestros caminos en aquel maravilloso viaje en bicicleta de Pamplona a Madrid.
Con Juli conecté rápido a pesar de que micrófono en mano me llamó Cyborg en la fiesta de cierre del reto en Madrid. Ella no entendía como un humano podía pedalear tantas horas seguidas sobre la bicicleta. Se equivocaba, vio que era de carne y hueso y además poca cosa, creo que esperaba un ultrafondista de metro noventa mazao y fibroso y allí estaba yo, en aquella fiesta con una pantaloneta y una camiseta y mi metro sesenta tirando por lo alto. Porque Adolfo, el muy cabrón, no me había dicho nada del evento que nos esperaba a la llegada. Pero bueno, que si lo llego a saber mi humilde “look” no habría cambiado demasiado. Y aun así conectamos, y me hice fan, muy fan de ella.
Aquel evento solidario de Adolfo me pìlló en el tiempo de descuento de mi carrera como hombre bala, volvía de correr en Italia y estaba ya pidiendo las últimas voluntades en el Tor Tour de Suiza dos meses después. Allí me llevé la pulsera que me habían regalado en Madrid. Así que además de mi equipo de apoyo y Mikel Erentxun, Juli y su familia ya viajaban conmigo.
En Suiza hice séptimo, pero realmente fue una carrera en la que no pasó nada y en la que vi que ya no tenía mucho sentido seguir compitiendo a ese nivel, seguir reventándome en cada entrenamiento para llegar a las carreras sabiendo el puesto de llegada antes de salir. Ya nada me sorprendía y creo que estaba empatando el cara o cruz en el duelo con los años y perderlo era cuestión de meses.
Y en esa transición de intento ultrafondista de los últimos años a la casilla de salida en la que estoy ahora mismo, la pulsera, como la camiseta, me recuerda que sobre la bicicleta también hay cosas y gentes que me han sorprendido y que ha sido un éxito conocer.
He convertido una Time Station de una carrera con su tiempo medido y su estrés en una parada relejada en Lodosa o en Almazán o Jumilla y me he sorprendido disfrutando casi igual con un caldo en Puente la Reina con los amigos del Tenis que con las sales de Nutergia en Congress (Arizona). Y digo casi porque lo de la Race Across América con el equipo que fuimos allí fue una locura, un disparate, un sueño azul.
Y en el centro de todo esto Juli, con sus camisetas y sus pulseras, nuestras fotos y nuestras charlas y ahora nuestro equipo, los #LOSÑEEEPHELAN. Pobre Juli, que no le pase nada, estoy a tope con todo esto y no hay peor cosa que un ultrafondista en bucle.
Bueno, pues si os he puesto los dientes largos estáis de suerte, porque la semana del 17 al 25 de octubre se celebra la carrera del síndrome Phelan McDermid, carrera virtual, claro, que no está la cosa para mucha fiesta o sí, porque la fiesta está en que todos os podéis inscribir y por cinco euros y además en nuestro equipo, los #LOSÑEEEPHELAN, porque está abierto a todos sin condición alguna.
Así tenéis la oportunidad de conectaros con nosotros. De hacer algo chulo y de sumaros a la sonrisa ultrafondista que vuela de Pamplona a Córdoba con avituallamiento en Toledo.
Podéis comprar la camiseta y sacarla a pasear en familia o a correr por la ciudad o el monte o dónde queráis, como dice Juli “dejaros llevar”.
Si os habéis venido arriba, como yo, tenéis más información en la página de la carrera
www.runlikeahero.com
Algo sencillo, como el discurso de Adolfo el otro día en el ayuntamiento de Aspe a nuestra llegada después de 400 kilómetros:
“Me dijeron que tenía que hacer algo en Aspe para celebrar el hermanamiento con Torrijos (Toledo) y convertirlo en algo solidario y a mí solo se me ocurrió una cosa: Ir a Aspe en bicicleta”
Y fue, y nosotros con él, y los niños Vega y Logan, y la asociación APANDID también.
Sencillo pero eterno.
Os esperamos.
#LOSÑEEEPHELAN
Os dejo con Libélulas, la canción de amor más chula que ha escrito Mikel Erentxun en toda su carrera. Esta canción me lleva directo al año 2017, a Eslovenia, Campeonato de Europa de 24 horas en el que hice tercero y a un concierto acústico en Madrid meses después, en el que Mikel me dedicó la canción cuando dijo "voy a cantar Libélulas, la canción que sólo nos gusta a tí y a mí". Eso fue mejor que hacer tercero en aquel Europeo.