Estoy sentado en un mirador sobre la playa de Labenne Ocean en las Landas francesas. Creo que quedará como una hora para que el sol desaparezca sobre el fin del océano. Una puesta de sol aquí es un disparate, una locura que nos hace cruzar el puerto de Belate de forma compulsiva cada vez que tenemos unos días libres.
Si me doy prisa y estoy inspirado, termino esta entrada al blog a tiempo. Irache, Iciar y Miguel me esperan. Sus móviles tienen “efecto belleza” o eso dicen y yo estoy en clara regresión a la adolescencia. El instagram me tiene atrapado, lo reconozco. Venga, al lío.
No hace falta batir ningún récord mundial de nada para conseguir un reto personal o colectivo y, si es solidario, esta idea cobra todavía más sentido, por lo menos para mí.
Creo que poner el foco, como se dice ahora, en el fin que se quiere conseguir y no en una gesta épica inalcanzable o en el ego personal del deportista de turno es la clave y hace de estos eventos algo auténtico, real y que marca la diferencia.
Esa idea es la que descubrí en Adolfo Sánchez Mateos y su equipo loco el año pasado, mi ultrafondista solidario de referencia, mi Forrest Gump particular y mi amigo allí en Toledo.
El pasado fin de semana, los cicloturistas del Club de Tenis de Pamplona han culminado un viaje acojonante que emprendieron allá por el mes de noviembre, cuando se les ocurrió hacer un reto solidario sobre 24 horas en la bicicleta y tuvieron la mala idea de compartirlo conmigo. Siempre pensé que se habían equivocado, porque soy insistente y un chapas cuando la vida se reduce a tiempo, distancia y velocidad.
Las asociaciones Adacen y Gerna, a partir de entonces, se llevaron buena parte de sus preocupaciones, mientras se iban preparando poco a poco para el desafío. Reuniones en las que tratábamos las formas de financiación primero para pasar a la preparación para la parte deportiva y lograr dar una vuelta circular por Navarra de 500 kilómetros. Casi nada ambas cosas.
Conecté con ellos desde el minuto 1, porque asimilaron la idea de ir entrenando con cabeza y dando pequeños pasos como única forma de pasar de hacer 180 kilómetros a 500 en ocho meses y no llegar dando pena a la tristeza y desmontar el mito del reto imposible e inhumano. Es la idea que he querido transmitir estos últimos años.
No hace ninguna falta morir en el intento porque la solidaridad, que es el fin del reto, no entiende de máquinas, cracks, ni todas estas cosas tan vacías. Ni tampoco los necesita. Solo sabe de buenas personas que tienen claras las prioridades y se echan el reto encima, mueven, motivan a otras personas y suman. Solo así, para mí, es un reto solidario perfecto. Es el reflejo de la figura de Adolfo Sanchez Mateos allí por Toledo y Daniel Ruano y esta buena gente, aquí, en Pamplona. Mi mundo, a vuestros pies.
El núcleo duro del Tenis, como yo les llamo, entrenó bien y con ilusión. Cuando llegó el momento del reto, de repente, apareció otro núcleo logístico con Jon a la cabeza, dos vehículos, dos equipos de apoyo y dos turnos, un montón de buenos compañeros que no fallaron y arrimaron el hombro. Amigos de guardia, ya sabéis.
Precisamente el éxito que ha tenido este reto, que emprendieron los cicloturistas del Tenis y que Daniel Ruano se echó a la espalda, es que ha sido compartido. Un reto de todos en el que no implicarte o mirar a otro lado se hace difícil, por las dos asociaciones para empezar y por la empatía con los compañeros que estaban en el día a día dando la cara. Lo conseguido para Gerna y Adacen ha superado con creces lo que esperábamos en un principio y más en estos tiempo tan difíciles que corren. Yo estoy realmente impresionado y contento como Adacen y Gerna. Como mi amiga Yolanda Marco de Unzué, siempre Unzué.
¿Y qué pinto yo en esto? Pues ya sabéis, pasármelo en grande, compartir con ellos la aproximación al reto, un puñado de camisetas solidarias y el día final quitarles el viento, ajustar los ritmos y comprobar como los tiempos de paradas que llevábamos por escrito se iban a la mierda. Eso da igual, aunque hubiera fusilado al comando que se quita las zapatillas y calcetines nada más parar. Mi cronómetro mental de hombre bala va sumando tiempos de parada innecesarios y por mucho que no quiera, no lo puede evitar.
Pero mira, quizás lo bueno es que tenemos algo que corregir, y que haya un segundo reto solidario, claro, porque hacerlo todo bien a la primera no mola nada y que consigas la última frontera de los kilometrajes, es una mierda, porque después de eso ya no hay nada más. Cuando al punto final de los finales no le siguen unos puntos suspensivos.
Daniel, Chechu, Txus, Natxo, Rubén, Iñaki,
Karlos, Julio y Alberto, ayudados por el resto de la tropa del Tenis, minimizaron todos los problemas que 500 kilómetros y 22 horas de bici pueden dar.
Aprovecharon el viento a favor durante los 200 primeros kilómetros hasta Tudela para ganar tiempo pero con un ritmo contenido, bajaron el ritmo en la aproximación a Lodosa para guardar fuerzas para la noche, lucharon bien contra el viento de costado
.
Todos disfrutaron de la noche, relajados por las rectas con viento a favor entre Acedo y Tafalla. La lluvia que empezó justo antes del amanecer evitó el guantazo que el sueño suele dar en este tramo del día. Fue duro, pero supieron gestionar también esa situación difícil, en aquel momento, todos callados asumieron que una parada para un cambio de ropa o un descanso podía ser el final. No dudaron ni un segundo en su empeño de terminar y así lo hicieron.
Gestionar ritmos tan variados, vientos de todos los lados, comidas, casi un día entero encima de la bici y tormentón final de 3 horas a 8 grados de la forma que lo hicieron en su primera vez es una locura. Lo que ellos han hecho en 5 meses con confinamiento incluido, a mí, el hombre bala, me llevó 5 años.
Así que, si después de este reto no me mandan a la mierda, podré disfrutar con ellos de tiradas cada vez más largas, porque a estos tipos ya no les para nadie. Y tienen la facilidad de arrastrar al resto de día y noche. Porque el final de esta aventura que empezaron en noviembre fue un caldo caliente, con sonrisa incluida, a las cuatro de la mañana en Puente la Reina. Algo tan sencillo que fue brutal y que da sentido a la forma en que se gestó y se llevó a cabo el reto solidario. Todos a una, la clave.
Me veo con Dani, Chechu, Rubén, Natxo y compañía llegando a Santiago de Compostela en viaje sin parar desde Roncesvalles, allí todos felices en la plaza del Obradoiro y yo con mi Pinarello F10 roja. De momento es una ilusión, un sueño feliz, luminoso, un sueño azul y allí mi Pinarello es roja y no negra mate, pero después lo bien que lo han hecho quizás tenga que ir pintando la bicicleta del rojo pinarello.
A Natxo la noche por el Bierzo leonés le encantaría y el amanecer allí en Piedrafrita puede ser un escándalo y si le salen un par de lobos, como a mí en mi segundo Camino, mejor. Este hombre tiene el nivel de aventura un poco más elevado del resto, o diferente, bueno sí, está a otro nivel de largo. Además Julio Molina, que es un hombre en fuga, tiene todos los repechos de Galicia para atacarnos y Dani para desesperarse, pero tranquilos, creo que llegaríamos, estoy seguro al setenta por ciento.
Os dejo, esta entrada al blog ha sido casi tan larga como la parada de Lodosa, pero no pasa nada, ya estamos en marcha otra vez, siguiente etapa en octubre, Toledo-Almería con Adolfo y Juli al teléfono, claro, porque solo llama cuando está Adolfo, ¡bandida! Ese reto promete.
Con Adolfo como con Daniel y todos los que les rodean, hasta el infinito y más allá.
Muchísimas gracias por estos meses tan chulos y enhorabuena compañeros, como escribió mi hermano Perdi en el cartel de la RAAM: “Ha sido un placer veros lograrlo”.
Willow
El tema de hoy es de dos más alegres, luminosos y optimistas de Mikel Erentxun, la ocasión lo merecía