Siempre pensé que iban a ser los cicloturistas de Iruñako los testigos mi primera reventada en público, por las veces que he ido con ellos, su velocidad supersónica y mi facilidad para empalmar noches en bici con sus salidas hacían que reunieran boletos para presenciar un buen petadón del hombre bala. Sin embargo, la suerte ha caído del lado del Club de Tenis de Pamplona.
Suelo coleccionar entre dos y tres desfallecimientos al año, hasta ahora venían después de un entrenamiento con quinientas mil series, solico y de vuelta a casa. Me acuerdo de aquellos entrenamientos de Eduard en las que el número de repeticiones de las series era una letra, la “n” y significaba el número de veces que podía repetir la serie a la intensidad marcada hasta el fallo muscular. Y el fallo llegaba, ¡vaya que si llegaba!, el problema era que no llegaba en la puerta de casa, a veces me llegaba a 50 kilómetros de casa y allí estaba yo, con cuatro galletas, el botellín de Nutergia y el fallo muscular, y con el recado y el guitarreo de Mikel Erentxun a casa.
Pedalear sin fuerza, pasar el rato hasta volver a eso tan manido de “darle la vuelta al cuerpo”, título de mi blog, por cierto es algo que ningún entrenador te enseña, pero que en una carrera de larga distancia es fundamental saber hacerlo, para seguir y no parar y esperar a que esa fatiga total pase. Yo lo tengo muy interiorizado, lo aprendí a palos, como siempre, pero no lo olvido. Dejar de ir a 25 o 30 por hora no significa que tengas que abandonar nada, sólo que tienes que tener un tiempo para recomponerte y seguir.
El día menos pensado, como el documental del Movistar Team, va y era hoy, y yo sin enterarme. Así, sin medio aviso, ni series, ni piques en los puertos, ni noche en bici y con tan solo 100 kilómetros a 26 de media ¡zasca! El hombre bala estaba subiendo el Alto de Guirguillano dando pena a la tristeza.
¡Que se queda Willow! Han gritado en el grupo, de cachondeo, y claro que me estaba quedando, pero a esperar a otro que se había quedado, el problema ha sido cuando de repente me estaba quedando del que se había quedado.
Mi salidas a correr al amanecer cada vez son más habituales durante la semana y algunas veces intento ir todo lo rápido que puedo y le siguen tiradas en bicicleta por la tarde. Creo que corriendo gasto bastante más que en bicicleta y cuando más rápido voy el gasto físico se multiplica por mil. Me acuerdo mucho de los triatletas, por aquí están los Jacue, Adot o Miqueo, les sigo por las redes, son gente sensata, con cabeza, que le pega a todo y muy bien, y no consigo entender cómo pueden hacer. Yo fuerzo un poco corriendo y hago aguas en la bici. Como si el cuerpo se descompensara totalmente.
Y claro, hoy para estar unas horillas, pues como siempre, sin desayunar a la salida del Tenis, en Irurzun nada de pintxo, café y punto que para eso soy el hombre bala y me he cruzado Estados Unidos sin parar, y además voy sobre una Pinarello F10 ¿Qué me puede pasar?. En fin.
Es curioso, hace unas semanas llegaba hasta Santiago de Compostela sin parar y sin mayores problemas, unos meses atrás, justo el día antes del confinamiento general, a Cambrils desde Pamplona y cuando llegué estuve pedaleando toda la tarde con Irache a pleno sol, pero metes otra actividad en tu día a día y el título de Ultrafondista te vuela en tres hora y media.
No es la primera vez que escribo sobre los desfallecimientos, ni será la última. Me parece un ejercicio buenísimo, llevo años desmontando el mito del súper ultrafondista con la cabeza como una roca e indestructible. ¡Una mierda!
La semana que viene volveré a correr tres o cuatro días y uno de ellos, correré más rápido que Forrest Gump cuando le perseguían aquella panda de cabrones por los campos de Greenbow (Alabama), y volveré a ir con los del Tenis o con los Iruñako pero desayunaré, estoy seguro al 70%.
¡Qué jodidos los del Tenis! Han tenido suerte, se llevan unas buenas imágenes, el hombre bala hecho trizas. Igual después de lo de hoy cambian de influencer para su reto de agosto, están a tiempo. Las redes sociales están plagadas de súper hombres de acero a prueba de batallas épicas hasta la extenuación, con finales exitosos y llenas de fuerza y honor, mucho honor. No les será difícil encontrar un nuevo guía en condiciones.
Agua y sed, serio problema.