“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

TORTOUR DE SUIZA: EL PRINCIPIO DEL FINAL

¡Toma estos pistachos corazón, ya verás que ricos están y no te preocupes que todo va a ir bien!.

Esa frase me la soltó Irache en la TS 14, después de una preciosa subida junto a un río que se cerraba por unas gargantas de roca. Pistachos a parte, que estaban buenísimos, a mí aquello me dio la impresión que debían verme muy mal encima de la bici, normalmente este tipo de frase con el “corazón” y “todo irá bien” las suele utilizar Irache con Miguel y con Iciar, como último recurso ante un problema de cualquier tipo que no consigue solucionar.

Unos kilómetros más tarde Cano me confirmó mis pensamientos….”¡Willow, ya tengo título para el siguiente blog: Desastre en Suiza!”.

Al final Irache acertó y Cano, pues una Canada, no pasa nada.

La carrera de Suiza fue un poco así, de darle a la cabeza pensando en cómo iba durante todo el rato, lo que me llevó a un buen follón de datos y horas que no supe gestionar bien.

Me presenté con la idea de hacer sobre las 38-40 horas, para intentar colarme entre los cinco primeros de la clasificación, error. El que ganó pasó de las 39 horas, y el tercero las 43 horas, pero durante la carrera en mi cabeza estaban la llegada a las 16.00 h del sábado. Cuando amaneció el sábado en la TS 11 ví que nos íbamos a las 45 horas y me cerré en la idea que había andado tan flojo que me había dejado unas 6 horas por el camino, y lo peor, había castigado a mis amigos del equipo de apoyo a estar encerrados en el coche hasta casi lo dos días.

Sin embargo, el error hizo que apretase todavía más los últimos 300 kilómetros de la prueba, como si fueran los primeros y con unas sensaciones muy buenas. Forzando en los puertos para entrar en las zonas de potencia medias y altas, subía rápido y rodaba con fuerza.

Llegué muy contento a la meta y sin embargo estaba jodido, porque se me había ido el tiempo y la carrera, llegué séptimo y yo quería estar más cerca del tercero. Algo no cuadraba.
Y tardó un par de días en cuadrar, justo el tiempo que pasó hasta sentarme con Irache y un par de cervezas solos en una terraza y comprobar el tiempo del primero, segundo y tercero. Fue entonces cuando ví que había andado muy bien, que debía estar contento porque pude mantener el ritmo desde el principio hasta el final con su fatiga, claro que si, pero sin ir penando en ningún momento.

Y ahora creo que ha sido la carrera más completa que he hecho en mi vida. Aunque haya sido séptimo, y no tercero, me da igual.

La primer noche llovío y mucho y hasta entrada la mañana y por primera vez pasé las horas de lluvia sin un cambio de ropa, es más deje que se secara sobre la bici con el sol, muy a lo Baraibar, sin perder más tiempo.

Rodé rápido y guarde para las TS4 y TS5 donde estaban los grandes puertos de 30 kms hasta los 2300 metros de altitud, que los subí muy bien, dándole un punto de intensidad, pensando en recortar tiempos.

El problema fue que si yo iba rápido los de delante iban todavía más fuertes. Así estuve toda la carrera entre la sexta y la séptima posición, sin posibilidad de pillar a los de delante y sin ningún tipo de presión por parte de los de atrás.

A veces estas situaciones de carrera son las peores o las mejores aliadas para que te entre el sueño. La segunda noche me atizó pero bien, como hace años que no recordaba. Ni frío, ni calor, ni lluvia, ni mala carretera, ni pillo, ni me pillan, ni disputo una buena posición….sólo la luz del foco y ya por entonces 40 horas sin dormir.

Era cuestión de que llegara el amanecer y no quedaba otra que utilizar los viejos trucos de bajarse la cremallera de la chaqueta para pasar frío, quitarse los guantes, hacer unos sprints o pedalear de pie, hizo todo y más y al llegar el amanecer se fue el sueño y entre en la crono final que hemos comentado para llegar a meta lo antes posible.

Esperaba más incidencia con el tema de la gestión del sueño, al final yo libre la parada por los pelos y para mi desesperación ninguno de los de delante tuvo que parar. Todos nos fuimos a más de 50 horas sin dormir si contamos la hora en la que empezamos el prólogo el jueves al mediodía en las Cataratas del Rin.

El Tortour ha sido una carrera especial y muy bonita. Suiza es un país precioso, unos paisajes que me han recordado a Austria y que incluso los superan, como la zona de Interlaken, que no se me olvidará fácilmente.

Desde luego, la participación de Miguel Induráin en el recorrido de 500 kms con un equipo de tres corredores nos hizo muchísima ilusión, a mí y a mi equipo de apoyo. Compartir con él unos ratos en la salida y a mitad de prueba ha sido especial para todos, al fin y al cabo yo soy fan de Miguel, casi tanto como de Mikel Erentxun y Marta Martín, casi tanto, que no es lo mismo pero es igual.

Ha sido un gran final para este año, un final en el que he contado con el primer equipo de apoyo, cuando íbamos a las carreras como quien salta de bomba al río para probar su profundidad, como le gusta a Miguel Molinero. Con Irache, Marta, Cano y Joseba llegamos al final.

No soy muy de dar las gracias via blog, soy de dar la chapa, eso sí, eso se me da bien, pero no quiero terminar este blog en mi web sin agradecer a los que el año pasado después del ocaso que se organizó en mi vida deportiva a la vuelta de nuestra pequeña RAAM, se preocuparon hasta el punto de ayudarme a volver a bailar encima de la bicicleta, de volver a correr en la Copa del Mundo, esta vez mirando la clasificación y no el fuera de control. A mi me emocionan estas carreras y su preparación y me emociona que haya gente que quiere ver contento al que tiene al lado, algo sencillo, nada más. Eso es acojonante.

Así que muchísimas gracias!!!!!!!!!!

El Tortour de Suiza, el punto final de los finales, y ya veremos si le siguen unos puntos suspensivos.