Va para ti, corredor júnior o cadete del club, que con toda tu afición entrenas e intentas mejorar temporada a temporada y llegar cada vez más arriba en las carreras, o llegar, que da igual la posición en la meta de la llegada, si nos presentamos con los deberes hechos en la meta de la salida. Para ti porque me gustaría que pensaras en qué hace posible que el club te presente hoy y te permita correr todas las carreras de una temporada.
El Club Ciclista Villavés os da la oportunidad de practicar el deporte que más os gusta, nada más y nada menos. Y lo hace desde una generosidad que no tiene límite, desde una entrega total a la actividad, día a día y año tras año, sin fallar. Eso es sencillamente admirable.
Y me dirijo a vosotros, los corredores mayores, que en poco tiempo dejaréis el club. En ese momento tendréis la oportunidad de devolver al club parte de lo que habéis recibido de él todos estos años. De colaborar con una actividad que os gusta, de poder enseñar a los más pequeños lo que ya sabéis ahora. De formaos para formar, de algo tan sencillo y tan gratificante como ofrecer vuestro tiempo a los demás, lo que ahora hacen con vosotros.
Que los jóvenes que salen del club como ciclistas se queden como entrenadores es un ejercicio totalmente recomendable y vital para cualquier club de base, que trabaje con niños y adolescentes. Para que un club se mantenga vivo, formado y activo. Es una buena forma de seguir vinculados a un club y a una gente que merecen la pena.
Y es que en un deporte base la labor del club va más allá de llevaos a las carreras. Creo que también es una forma de unir a las familias, de daros la oportunidad de hacer unos amigos que luego tendréis para toda la vida, de que vuestros padres os acompañen a las carreras los fines de semana y que estas se conviertan en un plan familiar, que son los mejores. El ciclismo base, en el que estáis, va mucho más allá de hacer octavo, décimo, ganar o no acabar la carrera de turno y eso es lo bueno, lo mejor.
Acabo, que me ha dicho Pepe que sea breve. Como corredor no fui brillante, más bien brillé tan poco que terminé solo un puñado de carreras. No pasa nada, porque para mí lo bueno vino después, como entrenador, colaborador, organizador..., donde me llevé unos amigos para toda la vida, como vosotros ahora, muchas excursiones y salidas y vueltas con dieciséis generaciones de ciclistas jóvenes, una actividad que me volvió a subir a una bicicleta de la que ahora ya no me bajo.
Javier Iriberri “Willow”