Por causas y azares, que dice Silvio Rodríguez, mis últimas semanas están siendo realmente buenas, con noticias que más adelante os contaremos, que hacen que me baile el corazón casi tanto como en un concierto acústico de Mikel Erentxun.
Todo va tomando forma otra vez. La vida es bella y de cena no hacemos pizza peli porque estoy en plena bajada de peso, que el verano con la clavícula ha sido duro y la mermelada de melocotón siempre me ha vuelto loco.
Así que con todo esto hemos retomado los entrenamientos con Eduard Barceló, con quién si no, hemos colgado un mapa nuevo en el salón de casa y por fin ¡tenemos el rumbo!
Bueno, viendo los entrenamientos que estoy haciendo, no sé si tenemos el rumbo o hemos perdido el norte, que no es lo mismo pero es igual (esto también de Silvio). En mi cuarto año con Eduard, mi motivación va a más y la suya también, y así, con dos tipos totalmente pasionales en una misma dirección estoy en un momentazo de arranque de temporada como no había recordado nunca.
Y ya se sabe, si sigues haciendo lo mismo no mejoras, pues nada, al gimnasio, para empezar. Ya no vale las TRX y el core en casa, no. Ahora Mikel Erentxun y el ultrafondista nos metemos en el mundo de las máquinas de todo tipo y para todos los músculos. Pues al gimnasio, y del gimnasio a la bici y si no hay tiempo de salir a la carretera, pues spinning.
Y de correr una hora tranquilo por hierba nada. Volvemos a las cuestas, para arriba buscando pulsación y para abajo suave y vuelta para arriba. Y más bici de carretera y de monte.
Y me está sentando tan bien, que hoy, he decidido pasar la hora de correr subiendo y bajando cuestas en el Trail de Ripagaina, con Irache. Un trail de12 kms con 600 metros de desnivel positivo.
A mí, carretero empedernido, el desnivel en esos kilómetros me hacía pensar que era duro. Pero no imaginaba lo duro que podía llegar a ser.
Resumiendo diré que subiendo me he visto bien, bajando preferiría no haberme visto. Y es que algunas veces los corredores subían andando y yo corriendo y otras ellos bajaban corriendo y yo andando, o en modo “culenbajen” de toda la vida.
1 hora y 8 minutos con una media de 170 pulsaciones, un buen dato para tener muchísimas bajadas en las que la pendiente no permitía correr. Y para los del mundo “crack” “máquina” y demás palabras vacías, diré que he llegado el 37 de 85.
Y de allí a la bici, un par de horas, a hacer la transferencia de la fuerza que se habrá quedado por Zubiri o Larrasoaña o quizás al pasar otra vez por Ripagaina de vuelta a casa y ver las cuestas ya vacías, en algún lado estará, conmigo no desde luego, estoy seco.
Me ha gustado la experiencia, me ha encantado compartirla con Irache y con Aitor Iraizoz, con el mejor en esta modalidad y un grandísimo amigo de hace mil años.
Me gusta el gimnasio porque me gusta lo que dice Eduard que podemos conseguir y estoy feliz con este arranque de temporada. Hace tiempo que no me sentía tan vivo y tan bien, aunque ahora estoy KO.
La rueda no para de girar y todo esto mola, y mucho.
Volvemos.
El mejor de mis días.