Esta mañana he salido con Unión Ciclista Navarra. Hacía bastante tiempo que no iba con ellos, más de un año, demasiado.
Con ellos empecé en el mundo ciclista. Allí me lanzaba mi padre en plena adolescencia los domingos, con quince años, con la Contini azul y sin entrenar en toda la semana. Un coctail explosivo.
Por allí ya estaba Fernando Recalde, Carlos Argente, Canarias, Úriz, Víctor Sotés y unos cuantos más que siguen dando pedales, pero el que cortaba el bacalao entonces era José Antonio Ezquerrena, o eso me lo parecía a mí. Lo recuerdo hablando mucho, con un maillot del equipo Carrera y moviéndose muchísimo en el pelotón. Hace unos años le vi en Burlada y me hizo mucha ilusión, ahora mantenemos algún contacto por las RRSS, para algo bueno sirve el Facebook!.
Se llevaban las bicicletas Xabigo con aquel cuadro que metía la rueda de atrás en el cuadro y también se llevaba un artilugio raro que consistía en una fina cadena que colgaba de la horquilla trasera e iba rozando levemente la cubierta de la rueda. ¿Os acordáis? Debía ser para no pinchar. La verdad que aquello nunca lo acabé de ver útil.
Y así fui descubriendo carreteras y puertos, y las primeras pájaras, que casi eran habituales debido a mi nivel de entrenamiento y a que solía entrar al trapo cada vez que los capos jugaban a las carreras. Y mi primera caída, que fue camino de Monreal un día de mal tiempo y que además, fue culpa mia. Me llevé al pobre Argente al suelo. Bueno, creo recordar que era él y la verdad es que me quedé echo polvo. Me acuerdo que no quería volver por la vergüenza que sentía al haber tirado a un grande de ese club, pero volví.
Otros cicloturistas les llamaban “desunión ciclista Navarra” porque entre que Salvador atacaba de salida para que no le pillarán en toda la vuelta y que allí convivían (y conviven) rodadores, esprinters, escaladores y demás, muchas veces aquello acababa tan roto como el final de la Paris Rouboaix.
Con el tiempo y después de mi fugaz paso por la competición, retomé las salidas con ellos. El paisaje no había cambiado mucho aunque yo empezaba a andar mejor y me defendía con cierta soltura, sobre todo en los puertos.
Fueron buenos años, los de mis comienzos en la larga distancia y tengo grandes recuerdos de salidas con ellos en esa época en las que casi siempre se trataba de hacer kilómetros sin parar cuantas más horas mejor. Cuando acababa la salida cicloturista yo seguía hasta la tarde. Si me ve Eduard en aquella época, me manda a casa rápido.
En este tiempo, Fernando Recalde y Jesús Maestro eran los capos del grupo. Fernando intentaba poner orden en todo momento, se preocupaba porque el ritmo fuera óptimo para todos, por que fuéramos por la derecha y sin hacer pelotones, digo intentaba porque muchas veces no le hacíamos ni caso. En su favor diré que fue la persona que consiguió que parara en los semáforos. Aunque en cuanto al ritmo el bueno de Fernando solía gritar ¡¡la culpa el chiquito!!
Hice muy buenas migas con Sotés, Luis Garde, Macías, Vidales, Úriz, Javi el madrileño que es todo entrega y corazón en la bicicleta, los Braco, los Moriones, Juanjo Garcia, Carlos Goñi, Olite, Felipe ¡que buen tipo Felipe!, Lecumberri, Recarte, Diego, Arambillet, los Ibarrola y tantos más con lo que me llevaba y me llevo de maravilla. Es que en Unión Ciclista Navarra a cada uno o se le llama por el nombre o por el apellido y para siempre. Maestro siempre será Maestro y nunca Jesús.
Irache titulaba “Una escoba para la seguridad” una contraportada en Diario de Navarra en el año 2010, con la foto que ilustra este post, que escribió del grupo y sobre Jaurrieta, que era la persona que cada domingo lo gastaba llevando la furgoneta para darnos asistencia, seguridad y mucho cariño.
El amor es eterno mientras dura y poco a poco fui picando sallidas con otro grupo, los Burdaspar, que son los Iruñako pero en casa siempre son y serán los Burdaspar por su cabecilla Miguel Burdaspar, Miguel y Txomin Zugasti y los Iruñakos dan para otro blog, lo haré.
El sábado con los Burdaspar y el domingo con Unión Ciclista. Poliamor, está claro.
La verdad es que nunca he tenido un grupo fijo de cicloturismo, por cantidad de salidas quizá sea Unión Ciclista Navarra, por cosas que he hecho a parte de salidas dominicales será los Iruñako.
Con Iruñako he compartido marchas largas y aquel Camino de Santiago sin asistencia que surgió en la rotonda de Noain una tarde camino de Zubiri, cuando Txomin me propuso salir de Pamplona un sábado y juntarme el domingo con ellos en Portomarín para llegar a Santiago. Así lo hice y fue una de las buenas aventuras tengo sobre la bici.
En los últimos tres años también he salido alguna vez con el grupo de Orkuci, mi vecino Migueltxo, ese que es fan de Contador pero como es fan de este blog se lo perdonamos, me lleva con ellos de vez en cuando.
Los últimos años entre los entrenamientos de Eduard y que para las 11.00 o 12.00 nos solemos mover con los crios al monte, a la playa en invierno, que nos encanta, o con las bicis, no toco mucho grupo. Y si le metemos las salidas con la bici de monte con Juan Unzue, que me encantan, pues ya ni os cuento.
Ha cambiado poco en el mundillo cicloturista desde entonces hasta ahora y pasando por todos los grupos. Así que os dejo un consejo: Cuidaros tanto del que os cuente que ha pasado la semana con fiebre tifoidea como del que insiste que viene a pasárselo bien. ¡¡Estáis avisados!!
Esta mañana Javi el madrileño, me ha vuelto a recordar una subida tremenda que hicimos a Lizarrusti con el pequeño de los Braco a rueda y yo le he recordado otra que hice a Etxauri con Carlos, el mayor de los Braco.
Y cuando llegábamos a casa Carlos Goñi me ha recordado una salida especial de 1 de mayo que hacía un viento tremendo y que volvíamos de la ribera, recordaba partiéndose de risa cómo al llegar a Pamplona le dije que me seguía a Estella pero por el puerto de Lizarraga.
Por cierto, amigo Carlos, he cumplido y me acabo de bajar del rodillo, un par de horas, ya sabes con quién.
Willow.