Y abrió, el dentista abrió mi paladar, fue dos semanas después de dejarme el recado que ilustra el titular del blog. Una bomba en forma de frase que ha dado más vueltas estos días sobre mi cabeza que el muelle de Oceanside (California), del que ya ni me acuerdo, o eso creo, porque no hay más que tener una preocupación real para que te vuele de un plumazo la melancolía y todos estos males que tenemos la gente del montón y sin mayores problemas.
Un pequeño bulto para analizar y una pieza dental a la colección de trofeos rotos, con diez días de pastillas para no soñar y sin deporte ni ganas de reír. Ese ha sido el resultado de mi último encuentro con mi amigo Juan Carlos, mi dentista de referencia, al que le odio con mucho cariño y él a mí también, y desde hace años, tantos como que nos conocimos cuando yo empezaba la adolescencia y pinta que él ahora ha pasado la edad de jubilación. Así que de alguna forma hemos compartido edad en su consulta. Cronofobia guapa.
Soy un tipo afortunado, porque no recordaba haber estado parado nunca tanto tiempo, y sólo son diez días. La dos ocasiones en que una costilla y la clavícula se han roto, a los pocos días estaba en el rodillo, haciendo cualquier cosa menos rodillo, esos sí, pero por lo menos pedaleaba.
Esta vez he decidido jugar en mi contra y hacerlo todo bien. De momento entre Pablo Emilio Escobar Gabiria y mi viejo rincón en Oberena con los periódicos al sol, podría decirse que todo va bien (un saludo LODVG) porque en casa grito a veces y en el periódico, entre mi paladar cosido y mi tendencia a evitar el tú a tú, sigo igual, sin levantar la voz, así que no hay cambios.
Como veréis mi problema es un problemilla, un acorde menor dentro de una canción, algo de chapa y muy poco de pintura. Bastante poco para los años que ha cumplido mi amigo Juan y para los que a mí me quedan todavía muchísimos meses.
Mi amiga Raquel dice que lo estoy llevando muy bien, ella lo dice desde los ojos de navidad con los que me ve y la mejor sonrisa del mundo, ya sabéis, sin embargo creo que le voy a dar la razón, creo que lejos del “no habrá quien te aguante sin hacer deporte” que me dicen mis compañeros en el penal de Cordovilla, lo estoy llevando tan bien que me voy a hacer un autohomenaje cuando todo esto termine, o por lo menos la primera parte de follón en el que estoy, porque me hace falta y lo merezco, claro que sí.
Así que entre cadáver y cadáver que va dejando Pablo Escobar por el Netfix, yo me veo sobre la bicicleta con la mochila camino de las landas francesas, concretamente de Capbretón. Que tiene un muelle que si endorfino bien puedo hacer que se parezca al de Oceanside. El atardecer es de los mejores por allí, eso ya lo sé, y no muy lejos hay un bosque para perderse corriendo cuando amanezca. Y de vuelta tengo toda la “Corniche” francesa sobre el atlántico hasta Jaizquibel y San Sebastián para seguir la fiesta, sin piño, eso sí, pero para esas alturas de fuga ya se me habrá olvidado todo, hasta la edad de mi amigo Juan.
Pues nada, aquí un blog urgente desde mi rincón de Oberena, donde tengo un solazo de frente y pocas ganas de reír, por los puntos y porque he terminado la serie de Pablo Emilio Escobar Gabiria, que no es de risa precisamente, pero me ha dado pena terminarla. Por delante un par de días de lluvia y trabajo, porque con mi tendencia natural al error, mandé al palco la opción de la baja laboral.
Mejor centro en Capbreton, una fuga de dos días y una noche, pero nada de cruzar los pirineos y concentrar 600 kms en 24 horas no, no. Me voy a centrar en hacer cada día 200 kilómetros y punto, y llevar un ritmo caribeño total. Me voy a llevar las zapatillas de correr en la mochila y voy a dormir en un hotelico, con total tranquilidad, que a la edad de mi amigo Juan no andamos para retos ni superaciones, ni límites, ni gaitas, aunque a mí me queden todavía muchos meses. Que con tanta emoción en el dentista uno anda sin piño y con ganas de tranquilidad.
Felicidades Juan, eres un buen amigo de guardia, mayor que yo, pero buen amigo, claro que si.
Willow
Os acompaño el blog con una foto del muelle de Capbreton al atardecer, ¡bonito eh!, porque la otra opción era un selfie con el dentista, no hace falta que me deis las gracias.
Y la canción, se titula "Brillaré" y dice cosas tan chulas como ésta.
"Voy dispuesto a navegar en tu sonrisa, hoy no quiero despertar sin tí".