Que Van Vleuten y Valverde estén en los titulares como favoritos en la clásica Flecha Valona es la leche para Movistar, que los dos hayan hecho segundo es un exitazo, que sean los mayores del pelotón y doblen en edad a sus rivales es un dato vendible en prensa y redes sociales pero que coloca al equipo en el punto de inicio de una travesía difícil, un tiempo que tendrán que pasar y que seguro lo harán, pero que les va a costar y no tengo muy claro que la cuarta temporada de “El día menos pensado” les eche una mano.
La mano vendrá por sumar unos cuantos puntos y evitar ese descenso en la categoría de equipos, que no se habla, pero que pinta clave para la sostenibilidad de la estructura más veterana del mundo mundial.
Eso y encontrar otros patrocinios con los que reforzar el presupuesto y así poder fichar a gente para asegurar que lleguen victorias y retener a todos los talentos que se han ido y han dejado marchar, porque de actitud, fuerza, trabajo, humildad y esas cosas no vive un equipo profesional de primer nivel si no hay resultados.
Y con todo esto creo que se merecen, si no más victorias, mejores puestos entre los primeros. Porque la presencia que están teniendo en carreras de primer nivel creo que es mayor que otros años. En Milán San Remo, Aramburu y Cortina cerraron el hueco en el Poggio a Pogacar, fueron determinantes en el desenlace en una prueba de primer nivel en donde habían estado. Como en Flandes, con Cortina anticipándose a los golpes de los mejores para estar delante en los momentos clave de la carrera.
Hoy en la Flecha Valona, hemos visto un conjunto que nada tiene que envidiar a los que le duplican en presupuesto y que llevan dominando los últimos años de ciclismo. Y el final en el muro de Huy ha sido azul Movistar. Verona enfilando, Mas ha continuado el trabajo con solvencia y Valverde contra todo pronóstico, cuando habían desaparecido Pogacar y Allaphilipe, ha hecho segundo, en un último cambio de ritmo, una remontada que cualquier otro año no habría fallado. Los años pasan y cualquier tiempo pasado fue mejor, por más que se empeñe Diego Torres en que lo mejor está por llegar.
Yo lo tengo claro y me centro en tirar algunos días para vivir otros a tope. El fin de semana pasado estuvimos por nuestra N-634, el eje que une San Sebastián con Santiago de Compostela, al borde del mar Cantábrico. Allí, la marea baja del amanecer sobre el malecón fue como conquistar el Muro de Huy en la Flecha Valona, llegar corriendo a Getaria al borde del mar ya era la Lieja Bastogna Lieja y las posteriores vueltas en bici con Miguel fue como aquel segundo puesto de Xabi Zandio en la etapa de Pau, en el año 2005, en el Tour de Francia.
Termino, con el tercer giro del tema del blog, para que luego mi primo Jesús me diga con razón que me voy de un lado al otro sin sentido, pero que aun así, le gusta leerme. Pues esta tercera parte va para el temazo de hoy, como siempre, porque todo es igual siempre, y va directo al “Último Vals” de Mikel Erentxun, esa canción que compuso desde la habitación del Hospital para el disco “Corazones”, en el año 2012, en un tiempo con el alma desnuda, partida y atada. En aquellos días que en los que los ojos de miel de su hija Siena se asomaban sobre el umbral de su vida.
Mikel lejos de tirar esos días difíciles, los contó a base de acordes, canciones y disco que le supuso una nominación a los Grammy, y comenzó una trilogía de álbumes brutales que desembocó en el mejor momento de su carrera musical con “Amigos de guardia”.
Pero Mikel hay sólo uno y el resto a la N-634 o a Soria, donde el tiempo pasa cadencioso sin pensar, o donde os dé la gana, vosotros veréis y Valverde que disfrute, claro, porque siempre hay palabras de consuelo en la derrota, aunque sea la misma, la edad.
Willow
Termino, perdón Alejandro, equipo de comunicación de Movistar Team, Annemiek Van Vleuten y Joxean Fernandez Matxin (a tí por el siguiente blog que ya está empezado), es que ando un poco torcido porque mañana paso el día con mi amigo el dentista, de esos días que te hacen más fuerte, que te sirven para apreciar los buenos, y pinta una jornada tan intensa que el domingo no visito las murallas corriendo, ni el lunes ni en unos cuantos días, y con este panorama lo mejor está por llegar fijo, pero no se cuándo.
“No puedo saltar el paso a nivel y en las afueras el mundo se escapa”.