“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

MIENTRAS EL MUNDO SEA MUNDO, EL 8 DE MARZO SAN VEREMUNDO.

Y hasta donde yo sé, celebrábamos San Veremundo y su mundo con el inicio de la temporada de ciclismo juvenil en Villatuerta. Pero eso era antes, imagino, en el ciclismo de chichonera, cateye con cable al sensor y galleta con membrillo, hace apenas dos años, en fin, imagino que en este ciclismo de Kask protone, Garmin y gel de 226, no cabe ni San Veremundo ni la madre de que lo trajo a celebrar su mundo, y “tira pa’lante que empujan atrás” (esto de Serrat).


Imagino no, no tiene cabida, porque celebramos San Veremundo el pasado 25 de febrero, a la par que el inicio de temporada juvenil, que ya no es juvenil si no junior, y que se ha convertido en la antesala a la categoría profesional y va dando sus pasos para convertir también la categoría Sub 23 en Master 23, como bromeaba el otro día Chente García.


Porque ya los “grandes campeones” de 17 años que ofrecen cifras descomunales van fichando directamente por equipos profesionales, borrando de un plumazo la lógica evolución que pueda tener cualquier joven corredor entre los 19 y 23 años. Punto, porque lo que interesa es atarlos a todos, a todos los buenos, está claro, para que no se los lleve el vecino, en un contrato que es un salto sin red y si caen de pie, los abrazamos como Matxin a Pogacar y si se despeñan, pues ahí se quedan, despeñados.


La inmediatez de las redes sociales en las que sólo tiene cabida el éxito tampoco ayudan a nuestros jóvenes ciclistas, y les devuelven infinidad de videos, fotos y datos de los grandes nombres de cada categoría, y ven vestidos de profesionales a los que hace pocos meses corrían con ellos en Murieta, enfocando el ciclismo base en la única dirección, la de victoria, y a por ello, porque para eso son adolescentes “en busca de un sueño”, como Silvio Rodriguez.


Los Romeo, Beloqui, el tal Pericas, Freire y compañía con sus equipos de desarrollo desarrollados ya a niveles world tour, vienen con el sueño cumplido, tan solo queda por ver cómo acabará el salto sin red en poco tiempo, pero de momento marcan un camino que todos quieren seguir, pero es tan estrecho que apenas entran otros cuatro o cinco soñadores más barriendo al resto de la orquesta que compone un pelotón juvenil. ¿Y qué hacemos con el 90 % restante?.


Y por todo esto cada vez me sitúo más al lado de Juanjo Oroz y su Kern Pharma con su equipo de desarrollo pero en sub 23, el Finisher, dando la continuidad y tranquilidad necesaria para que los futuros profesionales puedan completar su formación y dar el paso de mejor forma, y a la par ofreciendo otro tipo de sueño, el más real de todos, el que permite seguir en el ciclismo unos años más en la categoría Sub-23 y punto. Como lo hacen los Telco’m, el Hostal Latorre, sobre todo Hostal Latorre y el Caja Rural por aquí.


Y en este San Veremundo que ha llegado calculando los vatios kilo en la cuesta de Mañeru, me quedo con Adur y con Iker, el primero del Villavés y el segundo del Ermitagaña, los dos con una afición a prueba de bombas y una determinación sobre la bicicleta que les ha llevado de no llegar a ver la meta el año pasado a clasificarse entre los diez primeros en Villatuerta después de estar toda la carrera escapados. Dos de las mejores cosas que pasaron el domingo en Villatuerta, y dos historias que son un ciclismo base real y muy emocionante. Son dos referencias brutales para el 90 por ciento del pelotón juvenil y para sus entrenadores, dos sonrisas en la cuesta de la iglesia de Villatuerta que me reconforta con este ciclismo juvenil y que hace que la labor de los entrenadores y clubes tenga más sentido que nunca, porque en Iker y en Adur está la salud del ciclismo navarro, por más que el balance de final de temporada lo midamos en victorias a nivel nacional.


En fin, tranquilo San Veremundo que el mundo sigue siendo mundo y aunque hayamos adelantando tu celebración también quedan cosas chulas que contar y que hacer, porque estamos en marzo y a mí me va tocando hacer un viaje de quince horas sobre la bicicleta hacia el mediterraneo, que el invierno ha sido tremendo por el periódico y estoy hasta los huevos de la carretera de Monreal, y ya voy necesitando el café en Gurrea de Gállego, el pincho de tortilla por Flix y un barril de cerveza que mata de sed en Salou. ¡Eso sí que es vida, San Veremundo!

Willow

El temazo de hoy dedicado a mi sobrino Juan, que es un gran sobrino aunque todavía no me haya llevado a dormir al refugio de Sarradets.