“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

CAMPEONATO DE EUROPA 24 HORAS: EUROPA ES TU RISA AL ANOCHECER.

-Willow, en media hora han dicho que hacen la entrega de trofeos, que estés cerca. Dime qué ropa te preparo para el podio.
- ¡Joder, Óscar! Lo he preparado todo para este viaje, todo está previsto, pero el podio, precisamente el podio... pues ni lo había pensado. ¡Venga vuelvo a vestirme de ciclista!

El Campeonato de Europa de 24 horas me llegó sin ninguna duda de la mano de la CANYON SPEEDMAX. Sabía que estaba allí, pero para ser sincero ni se me había ocurrido participar. No es un terreno bueno para mí, llano, rápido, 24 horas en un circuito de 11 kilómetros con tres curvas cerradas, con todo esto ni me había preocupado en echarlo un vistazo, nada me llamaba la atención de esta prueba. Nada hasta que llegó a casa la ansiada Speedmax, el modelo de contrarreloj de CANYON.

Con ella, empecé a entrenar, a encontrar la posición y realicé pequeñas pruebas, pequeños test de pulsación y de velocidad media y empecé a comprobar sus beneficios. Por un lado, llegué a realizar entrenamientos a 38 km/h de media y, por otro, era capaz de mantener los 33-34km/h de media en una zona de pulso totalmente aeróbica. Los datos eran tan buenos que hicieron plantearme hacer una prueba de Copa del Mundo este mismo año, sin esperar a la soñada RAAM de junio del año que viene. Entre las carreras que había, me llamó la atención ésta en Eslovenia, por plana, por corta (24 horas) por sencilla en cuanto a logística (equipo de apoyo, seguimiento etc.) y además era perfecta para probar la Speedmax.

Así que hablé con Óscar Morales, le planteé lo que estaba pensando y, con un "de lujo, Willow" de los suyos, se apuntó a la aventura.
Creedme que la previa a estas carreras suele ser cuando menos estresante, por lo menos para mí: vuelos, hoteles, coche de alquiler, maletas de bici para el avión, desmontar las bicis (gracias Perdi), materiales, focos, ropas, alimentos... ¿Os acordáis de la zona de confort? Pues todo lo contrario. Y todo mientras el ritmo del trabajo, de la casa, del final de curso de los críos sigue a trescientos mil por hora.

Y salió tan bien que allí estábamos Óscar y yo, en la salida, con las dos bicicletas listas y preparadas, con sus dorsales puestos, después de hacer Pamplona-Santander en coche, Santander Venecia en avión (con su retraso), Venecia-Dobrovnik en coche de alquiler. Todo listo. Nos esperaban 24 horas por delante y también Julián Sanz, que no había traído las pegatinas dichosas reflectantes, esas que el año pasado casi nos quitan la vida en el control de Austria. Pero a Julián, que en este blog se le quiere y mucho, se le dan las pegatinas que hagan falta.

Salida y como no podía ser de otra forma, a fuego y no lento precisamente, fuego rápido, a lo bestia, así que nada, acoplarse y adelante. Aquello no bajaba de 45 por hora y yo al contrario de lo que me podía esperar no iba mal, no iba incómodo.

Todo fue bien hasta que sobre la sexta hora de carrera, creo, le tocó el relevo en su equipo de cuatro al gran Marco Baloh, aquello se tensó, pero cuando la carretera enfilaba la última recta de 5 kilómetros el bueno (o cabritillo en este caso que diría mi madre) de Marco aprovechó el viento lateral y enfiló todo partiendo el grupo en mil pedazos. Adelante quedaron un grupo de ocho y fue entonces cuando decidí "abrirme" por primera vez.

A partir de aquí comenzó una carrera nueva para mí. Tenía claras las cuatro indicaciones que Mikel Baráibar me había dado después de su experiencia en Cheste el año pasado. Así estuve alternando el resto de la carrera entre los cinco primeros y aprovechando la velocidad de los que hacen la carrera por equipos y a relevos. Era importante no llegar a reventar en ningún momento, también no parar absolutamente para nada y lo que más ganas tenía de hacer y, creo que fue clave para la posición final, poner en práctica lo que comentamos hace un tiempo sobre la Speedmax, aprovechar su aerodinámica para poderme relajar de la tensión de los primeros rodando a 33 km/h los ratos que iba solo.

Así llego la noche en la que tenía previsto el cambio a la Canyon Ultimate. Óscar la tenía preparada en boxes vestida de noche. El cambio duró una vuelta, la que me dio para pensar que si había llegado hasta Eslovenia, si estaba entre los 4 primeros y que si no tenía ni media molestia con la posición, debía disputar como nunca la prueba. Así que vuelta a la Speedmax y vuelta a la velocidad.

Así pasé la noche, con la sorpresa de que en Eslovenia, en Dobrovnik, amanece a las 4.45 horas. Aquello me descolocó un poco, sobre todo porque desde que amanece hasta las 12 horas, hora que finalizaba la prueba, quedaban más de siete horas, y ese esfuerzo mañanero, final, de terminar, era casi de un tercio de la prueba con el palo de la noche sin dormir. Lo llevé más o menos bien, el sueño con una bajada de la cremallera de maillot para pasar un poco de frío se solucionó.

Siempre me preguntan por la fuerza mental que tengo para pedalear tantas hora sin dormir. Es normal visto desde fuera, desde dentro es una chorrada como un piano, no hay fuerza mental, hay entrenamiento, preparación y años, pero creedme que esta prueba ha sido diferente y, sí, he tirado de fuerza mental, de ganas, de todo lo que tenía. No valía con pedalear hasta las 12.00 horas, lo duro de la carrera era que tenía que seguir siete horas más después de amanecer y además "pegarme" con el resto de participantes. Aquello, para mí que nunca he tenido la competición por bandera, se me hizo lo más difícil, pero lo hice.

Y conseguí hacer la última hora tranquilo y conocer al bravo francés J.L. Pérez , y rodar junto al serbio Ivan Puja. También me dió tiempo a dar las gracias a los que habían estado las 24 horas en los cruces, uno a uno, y de prepararme un buen tema de Mikel Erentxun (Libélulas), de pensar otra vez en Irache, en Iciar y Miguel, mis padres, mi amigos y darme el gustazo de acabar en mi pequeña zona 5 de felicidad y satisfacción, de sentimientos a flor de piel, que hacen que cada carrera la disfrute mil veces más.

Europa es demasiado grande para que yo sea tercero en nada. Pero me considero el primero por haber tenido a Óscar conmigo estos días, como si fuéramos en un tandem. 11 kilómetros a toda velocidad son muy pocos minutos y en cada paso el bueno de Óscar tenía siempre a punto los botellines de Nutergia, uno de sales y otro de proteínas, más las barritas de Make Your Bars. Yo cogía algunas vueltas y otras muchas no, pero Óscar todas, sin fallar una, allí estaba.

No quiero terminar sin mandar un saludo y un abrazo tan grande como los que nos damos, a Julián Sanz, que se retiró a mitad de la noche después de haber peleado duro con el primer y segundo clasificado y por supuesto, tan solo dos semanas después de ser campeón de España de 24 horas en Cheste. Salió a ganar porque Julián es ganador y apostó muy fuerte por ello.

Se me ha ido de las manos (o de líneas) esta entrada. Disculpas. Voy acabando, pero después de esta carrera me reafirmo más en la idea de que con trabajo, con buenos materiales y ayudas uno puede llegar a cifras que no podía imaginar. Para mí era imposible rodar 831 kilómetros a 34,8 km/h de media y lo he hecho. No por cabezón, por un reto, por darlo todo, por que sea un crack o tenga clase o todas las tonterías que adornan y a veces venden todo esto. Todo se sustenta en un entrenamiento, en una buena bici, la CANYON, en unas zapatillas, las LUCK, con las que puedas pedalear 24 horas seguidas, unos alimentos, NUTERGIA Y MAKE YOUR BARS, que te aporten hidratos para mantener el pulso alto y proteínas para recuperar en marcha el músculo, un buen amigo como Óscar Morales y el centro Kunap cuidando de mí y una familia de diez que hacen que baile mi corazón cuando están a mi lado (vale, esto último es de Mikel Erentxun).

Quiero daros las gracias por todos los mensajes, llamadas, correos, whatssap y demás que he recibido. Me alegro de que os alegre lo que hago. Yo estoy muy contento y muy agradecido a todos. Y en especial gracias a Irache, Arantxa, Cano, Mikel y Perdi.
Os dejo con el tema "Libélulas"
¡GRACIAS!