“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

CLUB CICLISTA VILLAVÉS: DE ARTAJONA AL TOURMALET CON LA CARA MANCHADA DE FELICIDAD.

El próximo sábado, con la primera Javierada del 2023, tenemos la presentación de los equipos del C.C. Villavés, otra más, casi llevamos 50, la mitad de una vida, el “fin de la primera parte” que tanto hemos escrito por aquí. O el principio de la segunda, de otra temporada, que son los puntos suspensivos que cada año pone Pepe en el club y que le den al punto final de los finales. Ese no lo conocen por el Villavés.


La presentación será igual que siempre para que a los ojos del niño o el adolescente sea algo diferente, especial en su vida, en su entorno, un recuerdo azul, algo chulo, un lugar al que volver, un lazo más que les acerca y les encierra en el sentimiento de un equipo, el orgullo de llevar un patrocinador, una ropa, una bicicleta, varios entrenadores y unos cuantos compañeros para vivir todo esto cada fin de semana.


Este año abandonamos el viejo frontón Atarrabia en Villava para ir a la casa de cultura y su auditorio con una megafonía, para que Josetxo Buján se venga más arriba todavía, cosa ya difícil, y allí, una vez más, los colores de Cafenasa, de Pescadería Olaverri, los Hermanos Vizcay y Beola Motor por allí, también Beola Motor, claro, porque los Beunza tienen un hueco para toda la vida en el club.


Y este año, ya lo sabéis, Miguel corre su segunda temporada, o su primera después del desembarco estilo “Iriberri” el año pasado en el mundo de la competición, a mitad de temporada y sin pasar por las Escuela de Ciclismo, que es como la casilla de salida obligatoria para jugar en condiciones en cualquier deporte.


Pero qué le vamos a hacer, además de entrenar y echarle cucharadas de ilusión al café de Cafenasa, claro. Pues intentarremos caer de pie en el doble salto mortal y sin red que van a ser las primeras carreras, y entre tanta emoción, ir disfrutando del ciclismo, que es en lo único que nos centramos todos y lo único que nos hace coger la rueda buena, la que nunca para.


Escribí hace algunos años para una revista del Club, que nuestro ciclismo, el de base, va mucho más allá de las carreras cada domingo, que tenemos que celebrar que un adolescente ponga una bicicleta y unos amigos en el centro de su vida, porque esta opción ya es una fiesta para cualquier familia, tenemos que celebrar la meta de la salida, esa que tantas veces he escrito desde hace mil años.


Y después de unos años fuera de las carreras, ahora que vuelvo de la mano de Miguel, lo veo igual de necesario y más que antes, porque la pura competición sólo puede ser una parte del ciclismo en edad de formación. Porque un adolescente con una bicicleta tiene delante, además de la meta volante en Artajona, mil cicloturistas para compartir domingos, tiene a sus compañeros, tiene el Tourmalet y el puerto de Goñi, tiene su vuelta a Erro y su excursión desde Pamplona hasta Viuex Boucau o Cambrils, tiene el mirador de Jaizkibel sobre el cantábrico y el Tibidabo para ver el Mediterráneo, y hasta Strava, si quiere bucear sobre las aguas turbulentas de las redes sociales. Y si se le va un poco de la mano,  tiene el Camino de Santiago  para hacerlo sin parar a tomar impulso o los Estados Unidos para cruzarlos por si ya no tiene remedio el tema, pero esto ya es otra historia.


Lo tiene todo, sólo tenemos que enseñárselo ahora, para que lo disfrute ya, y no esperar a que lo vea él con treinta años.


Cuando todo es ahora, cuando nada es eterno. Pues eso.

Voy cerrando esta entrada obligada de la presentación de Pepe y sus equipos, sólo indicaros que todo aquello que escribí sobre Strava hace unas semanas, se ha cumplido, y lejos de volver a mis ritmos caribeños estoy devorando kilómetros como si no hubiera un mañana, como en los tiempos de hombre bala, sin sentido, dando pena a la tristeza al llegar a casa, pero cada vez más rápido, aunque lejos de los números de hace unos años, pero da igual, o eso creo.


Porque Miguel y su adolescencia dicen que mis número a partir de ahora van cuesta abajo, a peor, y yo me acuerdo de aquello de la canción de Revolver “que cuando al fin ya sé cómo funciona el juego se me acaban las monedas, ironías de vivir”, qué jodido Carlos Goñi.

Nos vemos el sábado.

Willow