“Darle la vuelta al cuerpo; blog de un ciclista de ultrafondo”

LE DEBO UNA CANCIÓN A LA SONRISA

Como la muerte anda en secreto
Y no se sabe qué mañana
Yo voy a hacer mi testamento
A repartir lo que me falta
Pues lo que tuve ya está hecho
Ya está abrigado, ya está en casa
Yo voy a hacer mi testamento
Para cerrar cuentas soñadas

Le debo una canción a la sonrisa
A la sonrisa de manantial, esa que salta
Le debo una canción a toda prisa
Para que quede que estuvo cerca, agazapada

Le debo una canción a lo que supe
A lo que supe y no pudo ser más que silencio
Le debo una canción, una que ocupe
La cantidad de mordazamor de un juramento

Le debo una canción a los pecados
A los pecados que no gasté, los que no pude
Le debo una canción, no como hermano
Sólo de sal que el delectador también alude

Le debo una canción a la mentira
A la mentira pequeña, frágil, casi salva
Le debo una canción endurecida
Una canción asesina, bruta, sanguinaria

Le debo una canción al oportuno
Al oportuno mutilador de cuanta ala
Le debo una canción de tono oscuro
Que lo encadene a vagar su eterna madrugada

Le debo una canción a las fronteras
A las fronteras humanas, no a las del misterio
Le debo una canción tan poco nueva
Como la voz más elemental de los colegios

Le debo una canción a una bala
A un proyectil que debió esperarme en una selva
Le debo una canción desesperada
Desesperada por no poder llegar a verla

Le debo una canción al compañero
Al compañero de riesgos, al de la victoria
Le debo una canción de canto nuevo
Una bandera común que vuele con la historia

Le debo una canción, una, a la muerte
Una a la muerte voraz que se comerá tanto
Le debo una canción en que hunda el diente
Y luego esparza con la explosión fuegos del canto

Le debo una canción a lo imposible
A la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanzan
Le debo una canción indescriptible
Como una vela inflamada en vientos de esperanza...